Año: 6, Diciembre 1964 No. 92

EL SOCIALISMO, ¿OLA DEL FUTURO?

Por Manuel F. Ayau

Uno de los fenómenos más curiosos de la actualidad es la existencia de personas que advocan por el socialismo. Ni en la Unión Socialista Soviética, con sus cuarenta años de experiencia en el socialismo, ni los «Socialdemócratas», ni nadie ha producido una teoría económica del socialismo. Los libros sobre el socialismo únicamente critican el capitalismo y dicen poseídos de una necedad pueril de que el socialismo va a resolver el problema, en forma justa, sin explotaciones y con abundancia. Nunca dicen cómo.

Ello es tan cierto que prominentes economistas socialistas lo han admitido. El profesor socialista Oskar Lange actualmente vicepresidente de Polonia escribió un seudo tratado de 85 páginas sobre la teoría económica socialista. No una teoría. En el párrafo introductorio dice:

«Los socialistas ciertamente tienen buena razón para sentirse agradecidos con el profesor (Ludwig von) Mises, el gran advocatus diaboli de su causa, pues fue su potente desafío el que obligó a los socialistas a reconocer la importancia de un sistema adecuado de contabilidad económica para guiar la utilización de recursos. Es más, fue principalmente debido al reto del profesor Mises que muchos socialistas se dieron cuenta de la existencia misma del problema. Y aunque el profesor Mises no fue el primero en plantearlo, y aunque no todos los socialistas ignoraban completamente el problema, como frecuentemente se dice, no obstante es cierto que especialmente en el continente europeo (fuera de Italia) el mérito de haber causado que los socialistas abordaran este problema en forma sistemática pertenece enteramente al profesor Mises».

Entre toda la literatura socialista, desde Marx hasta la fecha, pocos han «abordado» el problema, y nadie lo ha resuelto.

Economías Parásitas

La economía de los países socialistas, incluyendo Rusia, es una economía parásita. Para establecer los precios en que se basan sus cálculos, sus presupuestos, sus proyecciones, para decidir el valor de cierta oferta, cuánto producir, qué producir, en qué emplear a la gente y en cuánto retribuir al trabajo, tienen NECESARIAMENTE que basarse en los precios del mercado capitalista. ¿Qué harían el día que no existan precios reales porque el socialismo «triunfara» en el mundo?

No obstante, persiste en gran cantidad de personas, la convicción que el socialismo ¡es el sistema del futuro! Un sistema económico que carece del elemento básico para utilizar el recurso más valioso que posee el hombre: el uso de razón.

Una de las tantas condiciones necesarias para que existan precios que tengan algún valor, para que a su vez los planes y cálculos de los hombres tengan sentido, es que la propiedad de los medios de producción sea privada. De lo contrario, los precios ya no son precios y utilizarlos no es más que un juego irreal cuyos resultados son ficticios.

Otra condición es que las personas sean libres de producir e intercambiar, es decir que haya «mercado». De lo contrario, los precios ya no son precios. En pocas palabras, para que los precios «se formen» y sirvan de algo, es condición sine qua non, que NO exista el socialismo.

Estudios Universitarios

Es increíble que en las universidades de casi todo el mundo hoy incluyan en los cursos el estudio del sistema socialista, SIN MENCIONAR el «problema» que lo convierte en utopía imposible de practicarse. Cuando se estudia el «cruel» sistema el capitalismo-, se explica que cuando hay más demanda que oferta de papas, el precio tiende a subir o sube, y que ello induce a la gente a sembrar más papas. El juego de la oferta y la demanda no es perfecto, ni puede serlo, puesto que es el desequilibrio mismo el que induce a los cambios que llamamos progreso. En un sistema socialista, donde la producción es dictada por el gobierno, ¿cómo saben cuánta papa, en vez de arroz, camote o trigo sembrar? Ni costos de producción pueden conocer sin precios.

Si en las universidades se enseñara el socialismo con su defecto intrínseco como una de las tantas utopías, bien. Lo sorprendente es que se enseñe como si en realidad pudiese existir, ¡sin capitalismo!

«Planificación» resulta absurda

Corolario de lo anterior es que mientras mayor sea la distorsión de los precios por los «planificadores» de las economías semicapitalistas (o semisocialistas, como se quiera), entonces resultan menos racionales sus juicios, sus decisiones y la distribución y utilización de sus escasos recursos. ¿En qué consiste la «planificación económica» que suena tan técnica y científica, si no en la distorsión del mercado a través del establecimiento de impuestos que no son neutrales, sino que su objeto mismo es de distorsionar la interrelación de precios entre los bienes que se intercambian? Resulta ello como si el doctor le tomara la temperatura al paciente con un termómetro de juguete, ¡el cual marca la temperatura que el paciente «debería» tener!

De otra manera, si con la economía dirigida no se pretendiera alterar la interrelación en los precios, sino lograr que el «mercado» funcione lo más natural, no tendría ningún objeto planificar.

Lo cual reduce la «planificación», como se entiende hoy día, a un absurdo cuando los hombres gastan energía y riqueza en convertir sus actos en más y más ilógicos e irracionables.

Si los hombres hoy día llegan al extremo de matarse los unos a los otros debido a la «controversia» entre la economía de mercado libre y la economía totalmente planificada o (socialismo) no nos debe extrañar que la mayoría de la humanidad viva en la pobreza por muchos años más.

* Ver «Socialismo». L. von Mises. Editorial Hermes, S.A., 1961.

** Traducción libre del párrafo introductorio del libro «On Economic Theory of Socialism» (Sobre la Teoría Económica del Socialismo). Oscar Lange, citado en el libro «Keynes al Harvard».