Año: 15, Noviembre 1973 No. 306

La Inflación

(TEMA DE GRAN ACTUALIDAD)

Floyd A. Harper

La inflación se puede prevenir. El no hacerlo es simple y llana negligencia. La inflación es un truco que se hace con dinero. Imagínense que el gobierno suministrara máquinas vendedoras en todo el país; máquinas en las cuales al depositar un individuo un peso recibiera en cambio dos, simplemente oprimiendo un botón. Si todos usáramos este aditamento, entonces cada persona podría pagar el doble de lo que pagaba antes por cualquier artículo que comprara. Esto sería inflación en su forma más simple y pura.

Claro esta que la gente podría ahorrar y esconder parte de ese dinero y evitar así su circulación. Pero con este aditamento de inflación en operación, no habría incentivo alguno para ahorrar dinero, menos aún que antes, puesto que cada día el dinero perdería mas y más su poder adquisitivo. Es por esto que el acaparamiento de dinero no resuelve nuestro problema actual inflacionario, si la inflación continúa.

Inflación quiere decir demasiado dinero. Y la manera de evitarlo, es por consecuencia cerrar la fábrica de dinero. Simplemente esto. Todas aquellas grandilocuentes complicaciones que se escuchan o escriben acerca de la inflación, son simplemente un disfraz para evitar tener que comprender lo esencial del problema, aunque impresión al ignorante en la materia, o también para evitar el conocimiento general de la negligencia de aquellos que son los responsables de esta inflación haciendo aparecer como imposibles y complicadas las únicas medidas que previenen la inflación.

LA FABRICA DE DINERO

¿Dónde está la fábrica de dinero?

¿Quién la maneja?

La fábrica de dinero dentro de nuestro actual sistema monetario está en manos del gobierno, ya sea directamente o por subcontratos asignados y controlados por el gobierno. Fabrica papel moneda para reemplazar aquel que se ha deteriorado o ensuciado. Fabrica papel moneda para aumentar el medio circulante. Acuña moneda de distintos metales. Concede permisos a los bancos para otorgar créditos, que a su vez se convierten en dinero que es canjeable en cualquiera otra de las formas de dinero usual.

Pero para el propósito de ver dónde reside la responsabilidad en el problema inflacionario, nosotros no tenemos por qué ocuparnos de todas estas diferentes clases de dinero. Es simplemente necesario decir que actualmente todas las formas de dinero provienen de la fábrica gubernamental, o es controlado por el gobierno bajo un monopolio completo.Si hay alguien que dude de la existencia del monopolio del dinero por parte del gobierno, puede fácilmente ensayar a fabricar dinero por su propia cuenta, aunque sea un centavo. Este individuo sería inmediatamente acusado de falsificar y sentenciado a prisión por haber infringido este monopolio. El policía que lo pone en la cárcel es el representante del monopolio.

El monopolio del dinero es un poco raro. Generalmente creemos que un monopolio es una empresa que restringe su producción para poder luego vender a un precio muy superior. Pero en el caso del monopolio de dinero, el gobierno puede forzar a los ciudadanos a consumir toda su producción.

UN MONOPOLIO MUY LUCRATIVO:

No solamente eso, sino que su operación es sumamente benéfica, cerca del 100% o sea, casi el precio total de su producto. Este es un caso contundente de una «ganancia excesiva» cuya víctima, el cliente, está obligado a pagar.

Si el monopolio no fuera tan buen negocio, no habría en la actualidad ningún problema inflacionario. El afán de lucro actúa igualmente con la fabricación de dinero, y por consecuencia estimula su producción al igual que en todos los demás casos. Antaño (por ejemplo) cuando el oro era equivalente a dinero, y se usaba como tal, cualquiera que así lo deseara podía producir cuanto quisiera. La producción de dinero era entonces legal y de libre competencia, sin ser un crimen como lo es hoy en día. Su producción era sumamente costosa, tanto desde el punto de vista del tiempo corno desde el punto de vista de los gastos de producción, hasta el punto de que sus productores más ineficientes se veían obligados a abandonar la competencia, al igual que lo son si produjesen deficientemente escobas o ratoneras.

Pero no pasa así con la moneda actual, ni con el papel moneda, ni con los depósitos que son los que constituyen nuestro mayor medio de intercambio monetario. No cuestan mucho el papel, la tinta, y la impresión necesaria para producir un billete de $100.0O. Es probablemente el monopolio más lucrativo que ha existido jamás, y toda la autoridad del gobierno esta a su disposición para proteger este monopolio contra cualquier falsificación privada.

Cuando un ciudadano privado falsifica dinero, la ira de los demás ciudadanos no tiene límites, y dicen: «ese no hizo ningún trabajo útil para obtener su dinero, y sin embargo lo gasta en el mercado adquiriendo comida, ropa, y otros artículos, quitándonos estos artículos a nosotros que sí hemos ganado nuestro dinero mediante nuestro trabajo. El recoge del mercado artículos útiles sin producir otros en compensación, como nosotros lo hacemos. El resultado de este engaño es el que los precios suben y nosotros recibiremos cada vez menos a cambio de nuestro dinero».

Este argumento es válido, puesto que eso es precisamente lo que sucede al falsificar dinero. Esa es la razón por la cual falsificar dinero es censurable, puesto que el falsificador obtiene algo por nada. Y esa es también la razón por la cual se critica la falsificación legal. Si cada uno de nosotros tratara de vivir de dinero falsificado, muy pronto descubriría sus nocivos efectos. No habría nada que comprar con el dinero y entonces éste perdería completamente su valor.

Cuando el gobierno fabrica nuevo dinero y lo gasta, el efecto sobre los precios de los artículos de consumo en el comercio en cuanto se refiere a su adquisición por parte de los ciudadanos que han trabajado para adquirirlos, es exactamente el mismo que si un falsificador privado hubiera fabricado nuevo dinero. La única diferencia entre el gobierno y el falsificador privado, es que el beneficiado en un caso es el falsificador privado que se beneficia robándole a los demás ciudadanos, y en el otro es el gobierno, que se beneficia, pudiendo así iniciar sus proyectos favoritos, proyectos que los ciudadanos no quieren financiar ni por sus propios medios, ni por impuestos.

EL COCTEL AGUADO:

El dinero falsificado afecta lo que uno puede adquirir por su dinero en el mercado, al igual que el agua afecta el cóctel de una fiesta en la que cada cual aporta licor. Cada invitado tiene derecho a servirse la proporción de cóctel que corresponde a los ingredientes que trajo. Todos han contribuido ingredientes puros a la mezcla.

Ahora supongamos que una persona aporta agua y la mezcle con el resto de los ingredientes. Esto diluye el cóctel, pero la persona que ha traído agua tiene el mismo derecho de tomar de esta mezcla como quienes han aportado licor puro. Este individuo adquiere pues, algo por nada, y el resto re­cibe nada por algo en igual cantidad. Si cada uno hiciere lo mismo que el que aportó agua, ya puede imaginarse el sabor que tendría el cóctel. Lo mismo sucede con dinero falsificado, ya sea fabricado privadamente o por el gobierno.

¿POR QUE EL GOBIERNO ACUDE A LA INFLACION?

El gobierno fabrica nuevo dinero para cubrir aquellos gastos que tiene en exceso de sus entradas, sus costos en exceso de los impuestos que recibe. El gobierno cubre esta escasez con el nuevo dinero fabricado en su monopolio. Para los propósitos presentes, no hace ninguna diferencia si esto se hace con papel moneda directamente, o con billetes que se obtienen por medio de la emisión de otras formas de papel moneda, bonos de gobierno, quienes son a su vez aceptados forzosamente por el sistema bancario.

Lo que el gobierno hace es igual al falsificador que continuamente gasta más de lo que devenga, y que, para compensar, imprime cada noche en su imprenta particular suficiente dinero falsificado para balancear su déficit. Su imprenta bien puede imprimir papel moneda directamente, o bonos falsificados, los cuales vende a los bancos a cambio de dinero; el efecto es exactamente igual en ambos casos.

VIVIR DE ACUERDO CON SUS ENTRADAS:

La forma, la única forma, de parar esta forma de inflación es que el gobierno viva de acuerdo a sus entradas. Esto se obtiene, ya sea aumentando sus impuestos para equilibrar costos, o disminuyendo costos para igualarlos a sus entradas.

El gobierno tiene el poder ilimitado de imponer impuestos a cada familia de la nación, y por el espacio de dos décadas, ha venido aumentando más y más los impuestos, pero no ha logrado resolver el problema en esta forma. Parece haberse olvidado de la posibilidad de reducir gastos como un medio de vivir de acuerdo con sus ingresos para evitar la inflación. Así es que hemos tenido inflación casi constantemente durante 20 años y ahora nos encontramos ante un aceleramiento inflacionario.

La única manera de prevenir la inflación es prevenir estos déficits gubernamentales; pagando de inmediato, en su totalidad los gastos del gobierno que nosotros pedimos, deseamos, o toleramos. Para hacer esto, es necesario: o aumentar los impuestos, o disminuir los costos de gobierno. Nos estaríamos burlando de nosotros mismos si decimos que podemos evitar ambas cosas, tanto los impuestos como las economías en el gobierno, mediante la financiación por medio de la inflación del exceso de sus costos sobre sus entradas.

LA INFLACION ES UNA FORMA DE IMPUESTO:

La inflación del tipo que estamos discutiendo es en realidad una forma de impuesto, no una alternativa a los impuestos. Es de hecho, tal vez la forma más perniciosa de impuesto, por la misma razón de que no se reconoce como tal. Por esta misma razón puede infiltrarse y causar daños, abusando de la ignorancia, sin tener que aplicar los frenos y las disciplinas que se requieren cuando se trata de un impuesto conocido y comentado.

Hablamos de impuestos directos e impuestos indirectos. Los impuestos a la propiedad o impuestos a las entradas, que son pagados por los individuos son impuestos directos; solamente una tercera parte de todos los impuestos son de este tipo y los reconocemos claramente como tales. Los impuestos indirectos que forman las otras dos terceras partes, son recolectados en alguna forma del consumidor, y se pierden entre los precios de los artículos que compramos y de los servicios que empleamos.

Todos estos impuestos, directos e indirectos, son fijados en tasas específicas por el gobierno, quien asume esta responsabilidad. Es el gobierno quien decide qué deberá ser tasado y cuánto.

Pero con la inflación, que es en realidad otro impuesto, no son estas las medidas que originan el impuesto. Es un impuesto que origina en una deficiencia. Cuando los gastos del gobierno se extralimitan de los impuestos devengados, la diferencia se financia mediante la falsificación gubernamental, por medio de la inflación que se convierte en un impuesto que cada persona paga en el comercio al comprar cualquier artículo. Es lo más parecido a un impuesto que se aplicase sobre cada artículo específicamente adquirido y que cada ciudadano pagaría al comprar dicho artículo a precios más altos. Quien quiera que use dinero para comprar en el comercio, estaría pagando esta forma de impuesto. Es el equivalente a un impuesto de venta sobre toda mercancía. El que esté de acuerdo con la teoría de gastar con déficit, es decir, el impuesto de inflación, no debe oponerse a un impuesto sobre ventas forzoso para todas las adquisiciones que haga de mercancías o de servicios, sin excepción. La única diferencia importante es que este impuesto de ventas se conoce como tal, pero el impuesto de inflación se considera como una evasión a la postergación del impuesto.

LA POSTERGACION DE IMPUESTOS ES UN MITO:

Esto explica por qué la inflación es una forma tan perniciosa de imponer impuestos. La gente, que de otra manera protestaría y evitaría las extravagancias del gobierno, se deja llevar por la falsa idea de que la inflación es un medio de posponer el pago de algunos de los gastos del gobierno.

Se vuelve sumamente tentador tratar de evitar impuestos, cuando el gobierno está gastando fuertemente en virtud de una «emergencia nacional». Entonces se arguye que «como los proyectos tan costosos del gobierno son en gran parte para el beneficio de generaciones futuras, ¿por qué una parte de estos costos no se dejan para que las futuras generaciones los paguen? Esta idea se ha convertido en un verdadero hábito en los Estados Unidos recientemente, especialmente en las últimas dos décadas.

La verdad es sin embargo, que si el gobierno este año, agrega al cóctel nacional de productos y servicios que se han producido y están disponibles, lo que ha retirado y malgastado este año, faltará igual cantidad para otros productos y servicios similares durante este mismo año. Cuando más apropie el gobierno y malgaste este año, menos recibirá alguien este año comparado con lo que se hubiera producido.

¿Por qué es que, al ignorar este detalle de los equilibrios presupuestales llegamos a creer que una nación puede posponer sus costos anuales de gobierno? Probablemente es la misma presencia del dinero lo que nos confunde. Si pensáramos solamente en términos de cóctel y papas, etc., negociadas por intercambio, no nos confundiríamos porque comprenderíamos entonces que no nos podemos comer este año las papas que se han de sembrar en el siguiente.

Toda una nación no puede consumir año tras año, más de lo que produce. No lo puede hacer por un año, y ni siquiera por un día. No lo puede hacer ni por medio de la inflación ni por ningún otro medio. La falla en entender que la inflación es una forma de impuesto, lleva al falso convencimiento de que la inflación permite el medio de posponer algunos de los costos del gobierno. Pero esto es imposible.

Si fuera posible que una nación postergara una tercera parte del costo anual de su gobierno hasta el año entrante, ¿por qué no postergar la mitad de ese costo? ¿O todo el costo? Y si fuera posible posponerlo para el año entrante, ¿por qué no posponerlo dos años? ¿O diez? ¿O para siempre? Si esto fuese posible no necesitaríamos buscar el país de la Utopía. Lo tendríamos ya.

INFLACION: Estafa reiterada que cometen los gobiernos contra la población de un país, en forma impersonal e impunemente, mediante falsificar moneda, cargando las culpas de sus desastrosos efectos a comerciantes e industriales.

Moderna Lexicología, SOCIO-ECONOMICA

por Obsoleto P. Rimido. Buenos Aires, Rep. de Argentina.