Año: 18, Enero 1976 No. 357

La Tan Cacareada Ausencia de Crisis Económicas Bajo la Organización Totalitaria

[i]

Ludwig von Mises

Son muchos los escritores socialistas quienes aseguran que la depresión y la crisis económica constituyen fenómenos típicos e inherentes al sistema capitalista de producción. La organización socialista dicen resultará inmune a tales lacras.

Sin perjuicio de más adelante volver sobre el tema, parece haber quedado ya evidenciado que las cíclicas fluctuaciones de la economía en modo alguno las provoca la mecánica del mercado libre, siendo, por el contrario, efecto exclusivo de aquel intervencionismo estatal que pretende reducir la tasa del interés por debajo de la que el mercado libre fijaría. Conviene, de momento, centrar nuestra atención en esa supuesta estabilidad de la planeación socialista.

Obligado resulta, ante todo, destacar que es el proceso democrático del mercado lo que origina la crisis. Los consumidores no están conformes con el modo cómo los empresarios emplean los factores de comprar. Los empresarios, cegados por el espejismo de unas tasas de interés artificialmente rebajadas, no han efectuado aquellas inversiones que permitirían atender del mejor modo posible las más acuciantes necesidades del público. Tales yerros quedan al descubierto en cuanto la expansión crediticia se detiene. La actitud de los consumidores obliga a los empresarios a reajustar de nuevo sus actividades al objeto de dejar atendidas en la mayor medida posible las necesidades de la gente. Eso que denominamos depresión es precisamente el proceso liquidatorio de los errores del auge, readaptación de la producción a los deseos de los consumidores.

En la economía socialista, por el contrario, sólo cuentan los juicios de valor del gobernante; las masas no tienen medios que les permitan imponer sus preferencias. El dictador no se preocupa de si la gente están o no conformes con la cuantía de lo que él acuerda dedicar al consumo y de lo que él decide reservar para ulteriores inversiones. Si la importancia de estas últimas obliga drásticamente a reducir el consumo, el pueblo pasa hambre y se aguanta. No se produce crisis alguna porque la gente no puede expresar su descontento. Donde no hay vida mercantil, ésta no puede ser próspera ni adversa. En tales circunstancias habrá pobreza e inanición, pero nunca crisis en el sentido que el vocablo tiene en la economía del mercado. Cuando los hombres no pueden optar ni preferir, en forma alguna cábeles protestar contra la orientación dada a las actividades productivas.


[i] Tomado del libro «LA ACCIÓN HUMANA».