Año: 20, Julio 1978 No. 418

LOS CONTROLES DE PRECIOS

Manuel F. Ayau

El delicado proceso de producción, distribución y consumo de bienes se lleva a cabo escogiendo entre alternativas según los precios relativos de las mismas.

Así resulta que recursos se retirarán de producir X cuando se pueden emplear en forma más rentable en producir Y. Comeremos más papas cuando su precio, relativo al maíz, disminuye. Utilizaremos los pastos que se destinaban a ganado lechero, a otra cosa cuando producir leche no resulta rentable, o las tierras destinadas a caña de azúcar cuando su producción deja de ser rentable.

La ley puede poner precios topes, pero no puede obligar a nadie a producir cosa alguna. Y si el precio tope no permite una ganancia comparable a la que se tendría utilizando esos recursos en otras cosas, la abundancia de lo que tiene precio tope dis­minuirá y aumentará la de otras cosas, que por ser menos importantes no se les pone precio tope. Así se causa escasez de aquello que precisamente, por considerarse más deseable, se le puso precio tope.

¿Y qué prefiere el consumidor? ¿Que el precio sea barato, pero que no haya, o que sea un poco más caro, pero que sí haya?

¿De qué nos sirve que el precio sea muy barato pero que no hay que comprar?

Por otro lado, un precio tope, que artificialmente hace que un artículo sea más barato, induce a la gente a utilizar más de ese artículo en vez de usar otro, que, sin control de precios, sería relativamente más barato. Ello causa que se ponga más escaso aún el artículo que tiene precio tope.

Por ejemplo, el cemento. Si el cemento lo vendieran los fabricantes a un precio más alto, no tan alto como el precio de mercado negro, que al fin y al cabo es lo que le cuesta al usuario,[i]sucederían varias cosas: 1º. se dejaría de usar cemento en usos de tercera importancia aumentando así lo disponible para usos de primera importancia. 2o. induciría a utilizar sustitutos para usos donde el sustituto existe y resultare más económico a la luz de los nuevos precios, aumentando así lo disponible para los usos donde no tiene sustitutos económicos. 3o. bajaría el precio del nivel que se establece en el mercado negro, ya que la diferencia entre el precio de fábrica y el de mercado negro disminuiría, mermando así la ganancia del intermediario clandestino cuyo mercado también disminuyó.

Quienes ven con desagrado el hecho de que el productor gane más, y por ese hecho les gustan los precios topes, deben preguntarse qué prefieren, ¿primero, si que esa ganancia la obtenga el fabricante del articulo deseado o que la obtenga el intermediario del mercado negro, que al fin y al cabo podría estar produciendo otras cosas más valiosas para la sociedad, y segundo, si al ser más rentable la producción del artículo deseado, no inducirá al aumento de producción y de número de productores? Nadie querrá meterse en un negocio que debido al precio tope da pérdidas o resulta menos rentable que otras alternativas de uso del tiempo, capital y r cursos.

También, debe comprender la ciudadanía, que si ha habido inflación en los factores que se utilizan para la producción de cualquier cosa incluyendo por supuesto, mayores sueldos y salarios, y el consumidor no está dispuesto a pagar lo que se necesita para que el producto llegue a sus manos, simplemente no le llegará, porque un productor puede producir perdiendo, pero por muy poco tiempo.

Si no hay producción, se perderá también esas plazas de trabajo: los salarios bajarán.

El ajuste a la, inflación de los últimos cuatro años tiene que completarse y este es un proceso de reajuste que dura algún tiempo, en lo que todos los efectos terminan de equilibrarse al nivel más alto.

Si ya no continúa el alza inmoderada de medio circulante, lo cual abarata el dinero, es decir, encarece las cosas las olas inflacionarias se irán calmando. Es como dejar caer una piedra en una pila. Las olas van extendiéndose cada vez más lejos y el nivel sube parejo, pero al fin, se calman.

Con poner diques para que las olas no corran no se impide que el nivel del agua suba. Lo único que se logra es que suba de todos modos, pero causando toda clase de tensiones sociales.

El proceso de ajuste, desde luego, implica problemas políticos serios para el gobierno, pero la alternativa de no eliminar los controles de precios, es peor, pues no sólo no funciona sino agrava considerablemente y prolonga indefinidamente los problemas políticos mismos.

Es generalmente reconocido que la inflación causa problemas políticos que se quedan chicos comparados con los que causa la inflación reprimida.

Mejor un rato colorado... y preferiblemente antes de que entre el nuevo gobierno para que tenga la mejor oportunidad posible de gobernar sin estos y mayores problemas que a nadie le convienen.

EN DEFENSA DEL DUMPING

[ii]

Milton Friedman, Premio Nobel de Economía

En la reciente convención anual de la AFL-CIO, el presidente George Meany, presentó un alegato apasionado para que el gobierno intervenga a efecto de «proteger a la industria norteamericana contra la competencia extranjera desleal y a menudo ilegal». Impuestos a la exportación, cuotas, convenios para restringir las importaciones,cualquier cosa que preserve los empleos de sus miembros

El llamado tiene un apelativo grandemente emocional. ¿Qué? ¿Dejar a esos extranjeros anuentes a trabajar por una migaja, que quiten empleos a los trabajadores norteamericanos? ¿Dejar a las firmas extranjeras subsidiadas por sus gobiernos que «regalen. sus productos en los Estados Unidos a expensas de las firmas norteamericanas?

Antes que usted se trague el anzuelo alegato del señor Meany, con todo y pita y plomo, usted simplemente pregúntese a sí mismo: ¿Quién habló en la convención de la AFL-CIO en defensa del consumidor, a quien el señor Meany privaría de mercadería extranjera a bajo precio? ¿Quién habló en defensa de los agricultores y de los trabajadores en la industria norteamericana que exportan mercadería al extranjero? Después de todo lo que es salsa para el ganso, es salsa para la oca. Si restringimos las importaciones, ¿ dónde van a obtener los extranjeros los dólares para pagar las mercaderías norteamericanas? Si restringimos las importaciones de ellos, ¿podremos quejarnos si ellos restringen nuestras importaciones?

Lo visible contra lo invisible

El comercio exterior es el ejemplo clásico de un área en la cual la opinión pública tiende a ser parcial, poniendo mucho énfasis en lo visible en oposición a los efectos invisibles de la política gubernamental. Los trabajadores de la industria del acero cuyos miembros están siendo amenazados por las importaciones de acero del Japón, son altamente visibles. Ellos y sus patronos pueden ver claramente el beneficio propio derivado de las restricciones de importaciones de acero japonés. El costo es grande pero esparcido finamente. Decenas de miles de compradores de objetos hechos con acero tendrían que pagar un poco más debido a la restricción. Los japoneses ganarían menos dólares aquí y como resultado comprarían menos mercadería de los Estados Unidos. Pero ese costo también es invisible. El hombre que habría tenido un empleo produciendo un producto que los japoneses habrían comprado si a ellos se les hubiera permitido vender más acero aquí, no tendría manera de saber que ha sido perjudicado.

Trabajadores que producen mercaderías que se venden al Japón para ganar los yenes usados para comprar acero japonés están produciendo acero para los Estados Unidos, tanto como los hombres que atienden los hornos en Gary. Nosotros podríamos producir bananos en invernaderos e indudablemente lo haríamos comercialmente si los impuestos de importación a los bananos fuesen suficientemente altos. ¿Tendría esto sentido? Obviamente no, podemos producir indirectamente de manera más eficiente, comerciando mercancías de exportación a cambio de bananos de Centro América. No tiene más sentido suministrar un invernadero financiero a la industria del acero.

Los Estados Unidos ganan de sus importaciones, no de sus exportaciones. Las importaciones contribuyen a nuestro standard de vida. Las exportaciones son un costo. Ellas constituyen lo que tenemos que pagar por las importaciones. Mientras mayor volumen de importaciones podamos obtener por cada unidad de exportaciones, mejor.

De la misma manera, trabajamos para vivir y no vivimos para trabajar. El empleo es un medio hacia un fin. Es el medio de producir la mercadería y servicios que podemos disfrutar. Empleo total es un objetivo vacío si significa empleo en trabajos improductivos, como hacer zanjas para que otros las llenen. La meta verdadera es empleo productivo ampliamente compartido; y de nuevo, mientras más podamos obtener de un monto dado de trabajo, mejor.

Uno y muchos

La visión al revés que hace que la exportación parezca la meta del comercio exterior y el empleo la meta de la política interna, surge porque cada uno de nosotros tiende a involucrarse en la producción de una sola mercadería o servicio, en tanto que consumimos muchos miles. Nuestros intereses como productores están concentrados; y como consumidores, están difundidos. cuando ellos interfieren con el libre comercio restringiendo las importaciones o subsidiando las exportaciones, Pero nosotros solamente aumentamos el perjuicio a nosotros mismos y a ellos, si nos vengamos siguiendo una política igualmente necia.

Como Adam Smith escribió hace más de 200 años en su gran Tratado «La Riqueza de las Naciones»: «Lo que es prudencia en el manejo de cada familia privada, escasamente puede ser desatino en el de un gran Reino. Si un país extranjero puede suministrarnos una mercancía más barata que lo que nosotros podemos hacerla, es mejor comprársela con alguna parte del producto de nuestra propia industria, empleada de manera que obtengamos alguna ventaja. La industria general del país... no se verá en consecuencia disminuida, pero se le permitirá que se encuentre la forma en la cual pueda ser empleada para la mayor ventaja.

«El vicio del capitalismo es la distribución desigual de sus bendiciones; la virtud inherente del socialismo es la distribución igual de miserias».

WINSTON CHURCHILL


[i] Recordemos que lo que nos cuesta Usar cemento no es el precio que le pagamos al fabricante cuando lo compramos directamente a él y no en el mercado negro, sino el dinero que podríamos obtener revendiendo en el mercado negro. Es esa cantidad de dinero de la que prescindimos al optar por quedarnos con el cemento, y por ello, eso es lo que realmente nos cuesta.

[ii] © . 1978 Newsweek, Inc. Traducción del Dr. Luis Beltranena Valladares