Año: 21, Febrero 1979 No. 432

¿QUE ES EL CAPITALISMO?

Manuel F. Ayau

Es realmente una lástima que al sistema de cooperación libre de los hombres, llamado «Capitalismo» por Marx, lo haya estigmatizado como el sistema de «los ricos».

El capitalismo es el sistema que resulta de la cooperación voluntaria de los hombres. No es un invento de nadie. Es el sistema que resulta cuando nadie impone su voluntad sobre otros, es decir, cuando la gente es libre.

En un tiempo se le llamó LIBERALISMO, nombre sin duda más apropiado etimológicamente para designar el sistema de cooperación y convivencia social propio de hombres libres. Es la organización social que sustituyó al feudalismo, cuando principalmente por razones éticas, se impusieron los derechos humanos individuales mediante el establecimiento de cartas limitativas del poder, Ej: las constituciones.

El objeto de las constituciones fue precisamente ese: garantizar la libertad de los individuos ante el poder estatal.[i] Las constituciones llegaron a existir para limitar el poder, como el medio adecuado para garantizar los derechos individuales, cuya observancia es la libertad.

La democracia, la soberanía del ciudadano, es la esencia del liberalismo político, y la economía «de mercado», el nombre del sistema que resulta del respeto a los derechos iguales de los ciudadanos ante la ley. No la igualdad de oportunidad sino la igualdad de derechos, porque la búsqueda de la primera destruye la segunda.

El tremendo progreso material de los pueblos que adoptaron el liberalismo ha asombrado a todos y ha sido reconocido hasta por su más feraz opositor, el más marxista entre los marxistas, Carlos Marx mismo: «La burguesía, con su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el empleo de las máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación de vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la adaptación para el cultivo de continentes enteras, la apertura de los ríos a la navegación, poblaciones enteras surgiendo de la tierra como por encanto. ¿Cuál de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social? Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de las medios de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta a las más bárbaras. Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros. Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza». [ii]

El resurgimiento ético y moral posterior a la decadencia medieval, fue coincidente al surgimiento del liberalismo y producto del mismo.

Claro, no logró utopía ni jauja, no desaparecieron los pícaros y malvados, ni los aprovechados que inclusive usurpando el nombre de «liberalismo» destruyeron la libertad de muchos. En algunos países hubo mayor grado de liberalismo que en otros, y en algunos jamás lo han dejado surgir.

Se utilizó la fuerza para hacer privar la libertad porque los opresores que la impedían no soltarían su poder por persuasión ni propia iniciativa. Pero sólo para eso usó la fuerza el liberal genuino: para defender la libertad. No para imponer, sino para evitar la imposición. Y esta diferencia, aunque parezca sutil, es de vital importancia, parque es la esencia de la diferencia entre el liberalismo y todas los demás sistemas. Es la justificación de la existencia de un ejército, de un cuerpo de policía y de los actos de violencia en defensa propia: para defenderse y evitar la imposición.

El liberalismo no se puede implantar. Por definición, es lo que resulta cuando nadie implanta sistema alguno, es decir, cuando se deja a la gente en libertad. Pero sí se puede impedir que surja mediante el uso de la fuerza.

Hay una dificultad cuando se argumenta como lo estoy haciendo: se adjudica a quien defienda el orden libre el atribuir perfección al sistema; el no admitir sus defectos, de exagerar sus beneficios y de considerarlo productor de infinita abundancia, oportunidades y bondad. Tal utopía no es de este mundo. La escasez es característica del universo, y los defectos innatos del hombre ningún sistema los eliminará. La superioridad de este sistema y sus bondades han sido siempre apreciadas por todos los pueblos, prueba irrefutable de ello se desprende de observar que de ningún país capitalista se ha sabido jamás de algún éxodo; que de todos los países capitalistas se puede salir libremente y que, por el contrario, han sido, históricamente, los países que reciben a las oprimidos de países anticapitalistas.

No se trata de pretender perfección. Se trata simplemente de si hay libertad o no la hay. Es muy sencilla la disyuntiva: ¿Preferimos las vicisitudes y beneficios del orden libre, o preferimos las vicisitudes y beneficios de vivir baja las órdenes de un comité de amos que le llamaremos gobierno, Zar, Führer o Camarada?

Es necesario enfatizar que la diferencia esencial entre el capitalismo y todos los demás sistemas es que es el único que no es producto de la imaginación del hombre: es la organización[iii]que resulta de un régimen basado en reglas generales de conducta, establecidas de antemano, que no se establecen con el propósito específico que no sea el de dar a todos trato igual ante la ley: de establecer los derechos de los individuos que nadie, ni siquiera una mayoría, puede violar.

Siendo el capitalismo (la economía de mercado) aquello que resulta de la observancia de los derechos humanas individuales, la única manera de evitar su surgimiento es suprimiendo por la fuerza dichos derechos. Es decir, que el capitalismo siempre surge, salvo que se evite deliberadamente, como lo han hecho Hitler, Stalin, Mao, Castro, Idi Amin, y todos los otros opresores de la historia de la humanidad.

El estudio de la economía de mercado, del capitalismo o liberalismo, es el estudio de cómo funciona y ha funcionado el sistema cuando no se ha impedido y suplantado por algún «ismo» inventado.

A veces se asevera que para países atrasados el sistema no sirve. Que funciona bien cuando ya se tiene educación y cierta cantidad de riqueza.

El caso es que la historia demuestra que la capacidad de producir riqueza de los países (y todos eran pobres antes de ser ricos) es proporcional al grado de libertad que han disfrutado, y los países que perduran bajo sistemas paternalistas, feudales, socialistas o comunistas, (totalitarios todos, en mayor o menor grado) siguen pobres, a pesar de que pueden aprovechar los avances tecnológicos modernos de los países capitalistas.

Además, aducir que los pueblos pobres, por el hecho de ser pobres no merecen libertad equivale a abogar por el feudalismo paternalista que negaba los derechos humanos individuales y convertía la vida misma en «gracia» del lord feudal, y los bienes materiales en dádivas del gobierno.

Y como es natural que el temple del carácter de la ciudadanía degenere a medida que pierde la libertad, surge un problema para quien desea suprimir el capitalismo y tener, simultáneamente, una población de gente responsable y moral, capaz de hacer florecer una sociedad libre. Pues cuando la autoridad (léase el político) decide por el ciudadano, el ciudadano se vuelve inútil e irresponsable. Es así que el paternalismo frustra sus propios objetivos.

Todas los «ismos» inventados que pretendan sustituir el orden natural tienen que recurrir a la fuerza porque nadie entrega su libertad voluntariamente. Si no se recurre a la fuerza para obligar a actuar a las personas como libremente no lo harían, ya se está en el capitalismo, pues eso es, precisamente, lo que significa «capitalismo».

El problema para quienes desean libertad (el capitalismo), es entenderlo, definirlo: definir los casos difíciles para establecer cuándo una restricción legal aumenta o disminuye la libertad; ¿cuál es el limite de la libertad? ¿cuáles actos son incompatibles can la libertad? etc. Parte del problema, para quien desea la libertad, es comprender en qué consiste: cómo es que un sistema que no es dirigido sí funciona, cómo opera, y cómo es que han surgido los adelantos tecnológicos que de él se han derivado y generalizada, y el gran progreso material a que se refería Marx.

Todo ello, y más, queda en buena medida por descubrirse no inventarse y la diferencia entre inventar y descubrir, recordemos, estriba en que un invento consiste en lograr que exista algo que no existía, y un descubrimiento se refiere a conocer algo que ya existe, pero que se desconocía.

Es así que espera que se siga descubriendo el capitalismo, por el bien de la humanidad, para perfeccionar cada vez más el ordenamiento legal que permite una vida digna y próspera en libertad. Y sobre todo, evitar la desgracia de descartar el único sistema compatible con la naturaleza humana, sólo por el hecho de que no lo entendimos a tiempo.

Afortunadamente, el riesgo de esta desgracia, a nivel mundial, creo que ya pasó. Lamentablemente, no fue sino hasta este siglo que se ha descubierto plenamente la «Teoría de Precios». Es por ello, que hasta ahora pasó de moda el «ser intelectual de izquierda» en las esferas de vanguardia científica. Pronta ya causará vergüenza el haberlo sido.

Pero a nivel de países subdesarrolladas, me temo que persistirán los diletantes, impidiendo que funcione la libertad y, consecuentemente, impidiendo que las pobres eleven su nivel de vida can la premura que el caso requiere y que sí está a su alcance.

«La libertad bajo el capitalismo, significa no verse obligado a depender en mayor escala del capricho de los demás, que lo que los demás dependen del nuestro».

LUDWIG VON MISES


[i] Las constituciones no se instituyeron para lograr soberanía, o la independencia de países coloniales, pues ello lo lograron por medio de su declaración de independencia, y evidentemente, los países que no eran coloniales como Francia y Suiza adoptaron sus propias constituciones y no necesitaban su independencia.

[ii] Manifiesto del Partido Comunista, Carlos Marx y Federico Engels.

[iii] Digo organización, a pesar de que muchos no comprenden el funcionamiento del sistema libre; por ello lo consideran caótico. La explicación de dicho Orden es lo que se llama Teoría de Precios