Año: 21, Octubre 1979 No. 448

N.de D. A continuación reproducimos el discurso del Presidente de la Sociedad Mont Pelerin, Dr. Manuel F. Ayau, en la cena ofrecida a esa sociedad por el Consejo Superior de Cámaras 0ficiales de Comercio, Industria y Navegación de España, el 6 de Septiembre de 1979.

Ante Los Empresarios De España

Me voy de España en esta ocasión con un sentimiento muy diferente del que he sentido en visitas anteriores. Me voy optimista y sumamente complacido de ver el dinamismo y el alcance que ha tenido la filosofía liberal. Es muy alentadora la presencia de esta filosofía en todos los ámbitos de la vida española especialmente cuando se nos ha informado que en España, a pesar de ser cuna de la filosofía liberal, el sentimiento que ha prevalecido es colectivista. Hablando ante un grupo de empresarios no puedo resistir la tentación de hablar francamente sobre algo que me preocupa en forma profunda.

Yo soy primordialmente, un empresario, que es académico por afición. Soy del grupo fundador de la Cámara de Industria de Guatemala y he tomado parte activa, durante más de veinte años, en entidades gremiales patronales. Mi preocupación se deriva de la experiencia que dentro de ese ambiente he vivido. Me preocupa que el empresario, ante el público, ante nuestros políticos, ante nuestros estudiantes, tiene poca credibilidad, y creo que se debe a lo siguiente:

Estoy consciente de que, el empresario, hombre de negocios, no necesita comprender el maravilloso fenómeno llamado mercado, y debe dedicarse a servir al consumidor so pena de perecer. Pero el empresario también es ciudadano y cuando en su calidad de ciudadano interviene con su patrimonio, con su inteligencia y con demostrada habilidad empresarial, en el campo político o económico, si no se ha preparado para comprender cómo funciona el orden de la libertad, un orden aparentemente caótico, no planificado por la autoridad, en una palabra, un orden espontáneo, el empresario, frecuentemente se convierte en eficaz promotor del socialismo, del totalitarismo económico.

Cuando ello ocurre, tal incongruencia divide y desalienta a quienes políticamente actúan en favor de la libertad, e inhibe el apoyo de sectores que deberían ser aliados, porque la incongruencia crea desconfianza en la sinceridad de la postura empresarial. Así es que varios ministros de tendencia liberal se han quejado conmigo de que la mayor presión para intervenir en la economía ha provenido de los empresarios, y supongo que en esto los guatemaltecos no somos muy originales.

Por ejemplo, con frecuencia el sector empresarial en mi país, critica los subsidios que se le dan a las empresas estatales. Al mismo tiempo, increíble e incongruentemente, fomentan las barreras de importación que obligan a todos a dar un subsidio, en este caso en una forma más sutil sin pasar por manos del gobierno a los productores que sin tal subsidio fracasarían por el hecho de estar utilizando los escasos recursos del país antieconómicamente con la consiguiente pérdida social para el país.

Y así, me veo obligado a decirles a mis compañeros de Guatemala: queremos el apoyo del gobierno para resguardar la libertad. Pero, como no queremos correr los riesgos de gozar de libertad, les pedimos enseguida que nos protejan de la libertad.

Y es mi convicción que quien no acepta los riesgos de la libertad, corre el peor de todos los riesgos: la pérdida de la prosperidad y de la libertad.

No soy tan ingenuo como empresario para no comprender que, ante la maraña de restricciones e intervenciones, el empresario no intente sacar la mayor ventaja. Pero la actitud constructiva, me parece, deberá ser la de vivir de acuerdo con las reglas del juego, mientras al mismo tiempo dedicamos esfuerzos y recursos para cambiar esas reglas del juego, en la dirección del liberalismo, aceptando los costos que el cambio conlleve en nuestros negocios.

Aprovecho, pues esta oportunidad tan agradable para instarlos a apoyar a quienes hoy promueven el ideal liberal en España, pues de su éxito, estoy convencido, depende la prosperidad de España.

Reciban Uds. estas palabras en el espíritu constructivo en que están inspiradas y el agradecimiento por todas las atenciones que hemos recibido de los organizadores de esta reunión en España, así como nuestro reconocimiento a quienes, de cerca o de lejos, han llegado para renovar y fortalecer los vínculos intelectuales y espirituales que nos unen en la Sociedad Mont Pelerin.

«Como toda la gente se opondría si ponemos un impuesto para dártelo a ti, entonces todo lo que hay que hacer es pasar una ley poniendo un impuesto de importación de un quetzal por cada chiquilín, y entonces, la gente preferirá comprártelo a ti por 70 centavos y se logra así el mismo subsidio, pero en forma mucho más discreta. En vez de poner un impuesto para pagarte a ti los diez centavos adicionales, lograremos que la gente te los dé a ti directamente, y casi nadie se dará cuenta que en realidad te están dando a ti el impuesto».

La industrialización de Don Pedro

Tópicos de Actualidad No. 425