Año: 22, Noviembre 1980 No. 474

Las Naciones Unidas y el Suicidio de Occidente

Con el comienzo oficial de actividades de la organización de las Naciones Unidas, en el año 1945, el socialismo mundial obtiene el más resonante de sus triunfos.

Los redactores de la Carta admiten que el progreso social, la elevación del nivel de vida, el trabajo permanente para todos depende de la voluntad de los gobiernos. Occidente se asocia con los estados comunistas para defender la causa de la Paz.

Rusia Soviética guardián de la paz

El actual régimen soviético tuvo su origen en el terror que acompañó al golpe bolchevique de fines de 1917. Con él se inaugura en el presente siglo la convulsión social del totalitarismo. El sistema consagró el ataque a la vida y propiedad como institución oficial del gobierno. Se calcula que la implantación del comunismo costó, en sus comienzos, cinco millones de muertos, sólo por hambre; a los que se debe agregar alrededor de seis millones de campesinos ucranios víctimas del genocidio llevado a cabo por Stalin entre los años 1928 y 1930. Hitler mismo calificaba a su colega soviético «como un maestro en su género». La Segunda Guerra Mundial no dio comienzo sin antes firmarse el pacto Ribbentrop-Molotov. Rusia se apodera de la mitad de Polonia a fines de septiembre de 1939 y es expulsada de la Sociedad de las Naciones por su alevosa agresión a Finlandia. Los partidos comunistas sabotean el esfuerzo de guerra aliado, llevando a Francia a su catastrófica caída. Hasta pocos días antes de la invasión germana a Rusia, la resistencia al Eje era en boca de los seguidores de Moscú, una guerra «imperialista». Rechazada la ofensiva alemana, con sustancial ayuda de los Estados Unidos, el totalitarismo rojo se convierte en heredero de un buen número de territorios independientes previamente ocupados por los nazis.

Al término de la conflagración mundial, Rusia situada en el campo de las potencias aliadas victoriosas, obtiene inicuas conquistas en el campo diplomático. Por el Tratado de San Francisco se incorpora con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En la Asamblea de esta misma organización ingresa con triple voto e integra a su vez, presidiendo a su turno, el Comité de Estado Mayor Militar.

¿Debemos fortalecer las Naciones Unidas?

Para contestar a este interrogante el Prof. V. Orval Watts, catedrático del Northwood Institute de Michigan, publicó en 1961 con el auspicio del Rampart College, un breve ensayo sobre el origen y esencia de las Naciones Unidas.

Para Watts, el Tratado de San Francisco de 1945 señala el punto culminante del abandono de la política contraria a las alianzas militares e intervención en los asuntos de otras naciones aconsejada por Alexander Hamilton y George Washington. Para los liberales tradicionales, el resguardo se logra ampliando el campo de la acción individual. Creciente cooperación comercial, intercambio de ideas, desarrollo de los transportes y medios de comunicación, fueron los factores que hicieron innecesarios grandes desembolsos en seguridad colectiva durante el siglo pasado. La guerraen cambio fue fomentada siempre por los gobiernos con poderes discrecionales, que se estimaron lo suficientemente fuertes para ensanchar sus dominios.

Dentro de este mismo orden de pensamiento, la intromisión de funcionarios públicos en reyertas o cuestiones internas de países extraños, por justa que pudiera parecer la causa, se entendía equivalente a violar los derechos patrimoniales de los mismos conciudadanos contribuyentes. Los modernos «liberales» norteamericanos califican despectivamente de «aislacionista» una actitud mental muy corriente hasta fines del siglo pasado en los Estados Unidos. Está, considerada únicamente noble, a la filantropía, riesgos comerciales, abnegación en favor de los pueblos oprimidos cuando eran asumidos por los individuos sin órdenes ni subsidios de los gobiernos.

Orwal Watts, citando al historiador norteamericano Harry Elmer Barnes, recuerda que «la acentuada influencia del comunismo, estado policial, capitalismo militar de gobierno y la consiguiente ruina de la civilización, son todos especie de castigos, por la ingerencia en el extranjero, en situaciones que no afectaron ni la seguridad ni el prestigio de los Estados Unidos».

La creación de la «unión de gobiernos», para asegurar la paz del mundo, en 1945, ha sido la obra de los modernos «liberales» norteamericanos y sus parientes ideológicos los social-demócratas y socialistas europeos. Los devotos del autoritarismo diseñaron a las Naciones Unidas para servir no sólo de foro mundial y ente militar, sino además de organismo destinado a proporcionar la felicidad de los pueblos del orbe. Fracasado el socialismo nacional se pretendió entonces internacionalizarlo. Esta tarea quedó a cargo del Consejo Económico y Social y las agencias especializadas (UNESCO, FAO, FMI, BRF, OIT, CEPAL, UNICEF . . etc.). Como consecuencia de sus propuestas «humanitarias», tenemos hoy un empapelamiento a nivel universal jamás conocido; dosificación burocrática de la enseñanza, cultura e información; alarmante financiamiento estatal de inversiones y fuertes controles sobre el comercio y la industria. El derecho de propiedad fue literalmente erradicado del catalogo de los «derechos» que los abogados de las Naciones Unidas consideran «humanos». En su reemplazo encontramos vagas aspiraciones que son responsabilidad propia de los individuos en las sociedades libres .Por ej.: el derecho a una adecuada alimentación y vestido, vivienda digna o el servicio médico gratuito. Se trata según Watts «de hacer todo para todos», olvidando que precisamenteel socialismo es el «gran destructor de la cooperación pacífica dentro y a través de las fronteras nacionales», y que «sus burocracias sedientas de poder fomentan las tensiones causantes del peligro de guerra».

El mismo autor afirma que la Carta de las Naciones Unidas se alza sobre la Constitución de los Estados Unidos en lo referente a defensa y relaciones exteriores. Materias fundamentales como estas, quedaron en manos de las mayorías prefabricadas en la Asamblea de las U. N. Conocido es que allí, concurren con su voto de igualdad con las democracias de occidente, representantes de países comunistas, príncipes feudales, jefes de tribus salvajes y delegados de pequeños déspotas más o menos civilizados.

La pregunta de O. Watts de cómo puede una organización promover la paz, mientras en la misma está estratégicamente atrincherada, la primera fuerza del mundo que provoca la guerra, fue contestada con la creación de la NATO en 1950. Desde entonces Occidente conoce una asociación íntima con el enemigo común y una alianza para defenderse contra sus agresiones.

Las Naciones Unidas 35 años después

Según nos informa la prensa diaria, cuando el Presidente de los Estados Unidos recibió la noticia sobre la invasión soviética en territorio de Afganistán, se mostró vivamente sorprendido por la actitud de los dirigentes del Kremlin. ¿Ingenuidad o indiferencia moral ante el comunismo? Salido de su estupor el Presidente Carter sugiere como represalias, medidas que denotan en el grado de avance del «cesarismo democrático» en los Estados Unidos. Resuelve intervenir aún más en el comercio de granos e imita a los regímenes totalitarios en su pasión por nacionalizar las justas deportivas. Convencido de la excelencia de sus propuestas envía emisarios especiales ante otros gobiernos en búsqueda de adhesiones. El Jefe de la Administración de la Casa Blanca olvidó en su arrebato, pequeños detalles. La potencia para la que se piden boicots y embargos, es la asociada de los Estados Unidos en la U. N. desde hace 35 años para el cuidado de la paz en el mundo. Los norteamericanos son los principales contribuyentes de esta corporación Además, para su infortunio cobijan a la más extensa red de espionaje y propaganda comunista conocida. Las actividades cotidianas en la sede de la U. N. en la ciudad de Nueva York. Sobre el fin de esta farsa no se escuchan ni amenazas ni siquiera insinuaciones. Parece que se obrará en sentido diametralmente opuesto. Castro, que no mantiene relaciones diplomáticas con el gobierno de Washington, estuvo, últimamente, a punto de ingresar en el Consejo de Seguridad. Reconocer la existencia de criminales y ponerse en guardia contra ellos, parece una actitud realista Asociarse con delincuentes es obra de incautos o cómplices.

Las «Naciones Unidas» conformaron el pasaporte a la socialización mundial, en tres décadas y media de su existencia. Bastará para demostrarlo con examinar el mapa de geografía política teñido de rojo y las actuales preferencias del Departamento de Estado de la primera potencia capitalista de la tierra. La diplomacia yanki empuja con fuerte brazo a la América Central hacia el comunismo y amonesta a los líderes militares del Cono Sur por haber liquidado la guerrilla. ¿Podría un satélite soviético haber obrado mejor?

«El camino de la paz se encuentra en el intercambio cada vez más frecuente entre los individuos y el menor posible entre los gobiernos del mundo».

RICHARD COBDEN