Año: -5, Agosto 1953 No. 516

N. del D. Dado el gran interés que es ha despertado sobre la política a tomar para salir de la situación de crisis económica por la que atraviesa el país, y en vista de las diferentes opiniones sobre este tema, a continuación transcribimos la exposición de Manuel F. Ayau, rector de la Universidad Francisco Marroquín, sobre la política cambiaria, ante la Cámara de Comercio de Guatemala, el jueves 29 de julio próximo pasado.

Efectos Económicos, Sociales y Políticos de no Liberar el Quetzal

Manuel F. Ayau

Permítaseme, primero, comentar sobre la naturaleza del fenómeno control de cambios, porque creo que, en general, no se le reconoce como lo que realmente es.

El control de cambios se basa en la expropiación de las divisas: la obligatoriedad de venderlas a la banca central al precio establecido por ley, y en el monopolio del negocio de divisas por parte del banco central.

Nos extrañó a muchos que en El Salvador, parte de las «reformas» de hace dos años, consistieran en expropiar los productos agrícolas exportables, los cuales serían comercializados por el gobierno.

¿Pero cuál es la diferencia entre expropiar el producto físicamente y el de expropiar el pago recibido por el productor? La única diferencia es quién lleva a cabo la comercialización.

* * *

En Guatemala, desde que se emitió la ley monetaria, ha existido el control de cambios. No es parte del régimen de emergencia, sino de la primera parte de la ley. que dice así:

«Artículo 20. - Solamente el Banco de Guatemala podrá negociar oro amonedado o en barras y divisas extranjeras en el territorio de la República, con cualquier persona o entidad no bancaria.

El Banco de Guatemala hará la negociación de divisas por medio de los bancos que al efecto contrate y habilite la Junta Monetaria. La negociación de oro la hará, ya sea directamente o por medio de los mismos bancos habilitados.

En consecuencia, las personas o entidades no bancarias, que tuvieren o llegaren a tener oro amonedado o en barras y divisas extranjeras, no podrán negociarlo sino con el Banco de Guatemala, o con los bancos habilitados por la Junta Monetaria, según lo dispuesto en el párrafo anterior.

Se exceptúan únicamente:

a) Las operaciones que efectúen los agentes diplomáticos y los cónsules de carrera del extranjero en Guatemala, en el ejercicio de sus funciones oficiales; y

b) Las transacciones menores de cambio que realicen los turistas y viajeros, las cuales estarán sujetas a los reglamentos que eventualmente dictare la Junta Monetaria, con aprobación del Organismo Ejecutivo.

Artículo 21. Los que negociaren oro amonedado o en barras y divisas extranjeras, en contravención a lo dispuesto en el artículo anterior, serán sancionados por el Ministerio de Economía, a requerimiento o con audiencia del Banco de Guatemala, con multas hasta por una cantidad equivalente a tres veces el monto de los valores negociados ilegalmente y, según la gravedad de la infracción, con la suspensión o cancelación de la patente de comercio».

No nos llamemos al engaño. Seamos realistas y reconozcamos que aquí no ha existido libre convertibilidad. Lo que existía era liberalidad en la venta de divisas, al precio de Q 1.00/$ 1.00. Las negociamos con bancos privados, pero ellos están actuando exclusivamente como delegados del Banco de Guatemala. Es más, aún no está en vigor el Régimen de Emergencia, como lo explicó el Lic. González del Valle.

Esa política puede existir mientras el ingreso de divisas, en comparación con el egreso lo permita, y no se agoten las reservas. Y aún se podría continuar por algún tiempo, pero solamente a sacrificio de endeudar más a Guatemala con el exterior para tener divisas que vender.

Reconozco las múltiples ventajas de mantener una paridad 1:1. Es una tradición digna de admirar. Pero también hay que ser realistas en las actuales circunstancias, y considerar las consecuencias económicas en el nivel de empleo, en la capacidad tributaria, en la formación de capital, en la solidez del sistema bancario, en el turismo, en la disponibilidad de dólares, etc. Sobre esos efectos hablaré en unos minutos.

Claro que lo ideal sería mantener la paridad. Pero hay que ser prácticos y preguntarnos: ¿a qué costo es factible hacerlo ante una situación de desequilibrio como la que confrontamos? ¿No será una política cuyos efectos sean, a la luz del análisis, muchas veces peor que la de permitir la liberación del mercado de divisas? Al fin y al cabo, no es asunto de dogma o de religión.

Recordemos que el problema es de flujos. Un flujo de ingreso de divisas y otro flujo de egresos. El problema no es a qué nivel se mantienen las reservas, y estoy de acuerdo con el Lic. Jorge González del Valle, que un exceso de reservas también tiene un costo social: el bienestar de un país no se mide según sus reservas. Para ilustrarlo, pregunto: ¿quién está en mejor situación: una persona que tiene reservas de Q 1,000 (ahorro) y tiene ingresos de Q.500/mes, o una persona que tiene reservas (ahorros) de Q. 50, pero tiene ingresos de Q.1,000/mes?

El problema es, pues, de flujos.

Si en un momento dado la rentabilidad de producir exportaciones baja, es lógico que se desatienda esta actividad a través del tiempo. Si en ese momento se pueden comprar bienes más baratos en el exterior que internamente, es lógico que pronto aumenten las importaciones.

Ambos son casos de rendimiento económico en la venta o en la compra de divisas.

El precio de la divisa depende de su poder de compra, y este precio estará bajo o alto según lo que con ella se pueda comprar, ya que para eso sirve aunque no sólo sirva para eso. Y se puede saber cuando la divisa estará subvaluada o sobrevaluada según que abunde o escasee, al igual que cualquier otro bien Si se acaban es porque se estaban vendiendo muy barato, dadas las circunstancias del momento.

Si se acabaron las divisas es porque se han estado vendiendo más barato de lo que libremente costarían. Y ése es el caso presente. Cuando las reservas estaban aumentando fue porque se vendían más caro de lo que se venderían libremente. Así es de sencillo, como cualquier otra cosa. No hay misterios incomprensibles.

¿Por qué libremente se venderían las divisas más caras en la presente situación? Porque hay menos. Igual que si hubiese poco maíz.

Hoy se ha adoptado como método de racionamiento de divisas el sistema de colas. Existen otros métodos de racionamiento, como el sistema de cuotas o cupones, etc. Y cuando hay más demanda que oferta, obligado es racionar.

El sistema de precios (la oferta y la demanda) también cumple entre otras funciones la función de sistema de racionamiento.

No es, pues, el caso que no exista el racionamiento. Lo hay, y hoy existe el sistema de colas con excepciones discrecionales No entraré a considerar los efectos perjudiciales de ese sistema, pero sí creo que con el tiempo, si no se cambia, nos daremos cuenta de que es muy susceptible de fomentar la corrupción.

La ventaja del sistema de precios como medio de racionamiento es que, por un lado, incentiva la producción del bien en cuestión en este caso, divisas porque aumenta la rentabilidad de producirlas. Por otro lado, desincentiva el consumo de ese bien, es decir, divisas, porque disminuye la rentabilidad de gastarlas.

Recordemos que el producto final de nuestras exportaciones son las divisas. Eso es lo que produce el caficultor o el azucarero o el bananero. Producen divisas. Su mercado lo constituyen, paradójicamente, los importadores locales: son éstos quienes compran nuestros productos de exportación: divisas.

Todo el trabajo de sembrar, cosechar y comercializar es simplemente el proceso completo de producir divisas. Si otro cultivo produce más divisas, se cambiará de cultivo.

Es el mercado local de divisas lo que nos interesa. Y recordemos que la demanda de divisas está constituida por todos los guatemaltecos que, a través de los importadores, desean intercambiar el fruto de su trabajo por el fruto de otros en el extranjero. Para apreciar esto plenamente, pónganse a pensar alguna vez, ¿qué pasaría si se prohibieran totalmente las importaciones?

La respuesta es que habríamos perdido totalmente nuestros mercados de exportación.

Nadie exportaría porque nadie podría vender las divisas para adquirir quetzales y, por tanto, no tendría ese agricultor con qué cubrir sus costos.

Este ejemplo exagerado es solamente para poner énfasis en que el único objeto de exportar es importar; y que, por tanto, en la medida que se inhibe uno de los flujos, necesariamente se inhibe el flujo contrario.

El cambio en el precio de las divisas afecta las dos direcciones del flujo y no solamente una.

Claro que no aumenta las exportaciones instantáneamente, pero sí disminuye las importaciones muy pronto. Estimula, sin embargo, a las exportaciones en forma muy importante y de cortísimo plazo.

Por ejemplo, si el precio del dólar en abril hubiese sido de Q.1.15, se hubiese sembrado más algodón. Ahora ya pasó la época de siembra. En cuanto al café, a Q.1.15 por dólar, se estarían atendiendo mejor las siembras, no solamente dando empleo, sino conservando el capital productivo de futuras divisas.

En el periódico, o en el aeropuerto de Miami, se puede averiguar que el precio libre del dólar es Q. 1.15/1.30. Ello quiere decir, que si no se expropiaran los dólares a Q.1.00, el que los produce obtendría un 15/30% de mayor rendimiento de su actividad y el que las gasta pagaría 15/30% más.

Por ello, es correcto aseverar que el resultado de la política actual es el de transferir riqueza de la bolsa del agricultor productor de divisas al consumidor de las mismas. Equivale a tener una ley de fomento al gasto de divisas y de castigo al que las produce.

También podemos establecer paliativos para afectar uno de los flujos, pero éstos no tendrían el efecto de revertir tendencias, de eliminar las causas del problema.

Por ejemplo, podemos prestar dólares en el exterior para satisfacer la demanda. Ello satisface la demanda, pero no estimula la oferta. Solamente posterga la solución en tanto la deuda externa aumenta. Costa Rica lo hizo.

También podemos permitir el famoso mercado paralelo. Me alegré de saber que al Lic. González del Valle no le parece conveniente. El mercado paralelo ya existe: el mercado negro, y si bien ha solucionado muchos problemas a pesar de ser ilegal y arriesgado, demuestra a quienes no tienen fe en el mercado, que sí funciona, al grado que gracias a él muchas actividades han evitado el paro total.

* * *

Nuestro problema se origina en pecados del pasado, pero como ya sucedieron, son historia inmodificable... La causa, en una frase, es: la baja rentabilidad de las actividades productivas.

Dados los precios internos de todos los insumos, incluyendo mano de obra, etc., comparados con los precios externos, nuestras producciones agrícolas o industriales no brindan rendimientos competitivos. No tenemos lo que llaman los economistas una estructura de precios competitiva. Se da el extraño caso de poder ser eficientes, pero, al mismo tiempo, no ser competitivos, debido exclusivamente al tipo de cambio.

La relación de nuestra estructura de precios interna con la externa resultaría modificada por un cambio de paridad. Evidentemente, si el quetzal estuviese flotando, todo el ajuste a la estructura de precios ocurriría automáticamente, en la misma forma que opera el mercado libre llamado negro.

Quizá conviene aquí explicar qué es flotar.

Se inventó la palabra, aunque usted no lo crea, para no usar la palabra lilbre. Porque flotar quiere decir simplemente que quien produce divisaslas vende libremente, que ya no tiene que venderlas al Banco Central; que las vende al banco que más le pague.

No es necesario implementar nueva legislación. Basta con derogar la obligatoriedad de la expropiación mencionada anteriormente.

Hoy día, podríamos decir que el quetzal está flotando como un caracol pegado a un buque gringo. El quetzal flota respecto al yen, al deutschmark, al franco, a la libra, al cruzeiro, etc. Pero no flota reflejando la situación y peripecias de Guatemala, sino las de EE.UU. Cuando a Reagan le conviene que el dólar se aprecie respecto a otras divisas, para arriba vamos nosotros también, nos convenga o no, y sin preguntarnos. El valor externo del quetzal respecto a las otras monedas importantes del mundo no lo determinamos nosotros. El quetzal ni es libre ni es soberano.

Flotar el quetzal no es ni más ni menos que darle libertad a los guatemaltecos. Y yo abogo por esa libertad; primero, porque creo que los guatemaltecos tenemos derecho a ella y, segundo, porque económicamente funciona. Pero parece que nunca es el momento. Siempre parece haber excelentes razones para que los chapines no seamos libres porque nunca es el momento. Ni cuando las reservas iban para arriba, ni ahora que van para abajo, ni cuando están equilibradas.

Veamos ahora, cómo afectaría a diversas actividades la apreciación del precio del dólar a su valor real.

La agricultura se beneficia:

Todos saben que muchas áreas marginales se están dejando de trabajar. Áreas dentro de algunas fincas y fincas enteras, porque los ingresos esperados son menores que los costos. Si el dólar se aprecia en un 20%, el ingreso del agricultor de exportación aumentaría en un 20%. La fracción del costo de insumos importados aumentaría también. En café, por ejemplo, los insumos importados son cerca del 10% del costo. De manera que el costo total aumentaría un 2% en comparación al aumento del ingreso de 20% -En algodón no es tan favorable el beneficio entre aumento de ingresos vrs. aumento de costo, pero también es importante.

El dejar de trabajar fincas resultará en la destrucción de buena parte del capital productivo del país, disminuyendo así las cosechas futuras.

La industria se beneficia:

La industria sale beneficiada porque el efecto es el mismo. Productos con alto componente de insumos importados tendrían menor aumento de beneficio que los de mayor valor agregado local. Especialmente beneficiadas saldrán las de mano de obra intensivas.

En todos los casos, habría un aumento de rendimiento. La capacidad industrial existe ya. Ojalá que no se deteriore por falta de mantenimiento La baja en la actividad agrícola también ha disminuido el consumo de los productos industriales.

Para tener una idea del aumento de costos en la agricultura y la industria, debido a un alza de 20% en el precio de las divisas, debe considerarse que esto afectaría solamente la parte de insumos importados. Y según la información que tengo, sería del orden de 4% en el costo total de la producción del país..

El comercio de importación sebeneficia:

Esta actividad es la única que en cierto sentido sale perjudicada, a pesar de ser el sector que está a favor de liberar las divisas.

El comercio tendría que subir sus precios para cubrir los mayores costos. El efecto en los precios finales se ajustaría, pero en una suma mucho menor que el cambio en el precio del dólar. Disminuiría así el gasto de divisas y sus negocios mermarían, pero de lo contrario, si no pueden conseguir divisas del todo, no podrán reponer sus inventarlos y tendrán que clausurarlos. De modo que para estos comerciantes una apreciación del dólar es simplemente un mal menor.

La banca se beneficia:

La mayor liquidez bancaria existía antes de la «presa». El problema principal de la banca no es la falta de dinero, sino el deterioro de la capacidad de pago de sus deudores, lo que inclusive se manifiesta en sugerencias de moratorias. Este deterioro de las carteras bancarias puede llegar a tener consecuencias insospechadas. La apreciación del dólar tendería a impedir esas consecuencias al aumentar la rentabilidad de los deudores.

Es muy importante enfatizar que no es problema de falta de dinero. Es problema de falta de rentabilidad. Dinero para dar créditos hay. Lo que no hay son suficientes buenos clientes con capacidad de pago, aunque tengan garantías.

El turismo se beneficiará:

Claro que en las actuales circunstancias habrá poco turismo. Pero, de todas maneras, habrá más si venir no resulta, además de peligroso, caro. Una revaluación del dólar bajaría el costo de venir a pasear a Guatemala, aliviando así un poco a la industria hotelera, artesanía, etc.

Industria de la construcción:

Con el mermado poder adquisitivo de toda la población, esta deprimida industria continuará sin esperanzas, sin clientes. Las ofertas de espacio construido están en aumento, y cada vez a menores precios.

Veamos ahora los efectos de la liberación del quetzal sobre distintas variables macroeconómicas...

Desempleo:

No sólo va en aumento el desempleo, sino que los precios (debido a una menor oferta interna de bienes, importados o producidos localmente) van y seguirán para arriba. Desaparecerán totalmente del mercado si coercitivamente se pretende evitar que suban los precios. Se podrá prohibir que se venda a un precio mayor que el tope establecido por ley, pero no se puede obligar a nadie a seguir produciendo.

El empleo depende del rendimiento del capital. Nadie tiene obligación de emplear. Habrá trabajo solamente si es rentable emplear. Y con la paridad actual no es rentable emplear en muchas tareas que han pasado a ser marginales.

De manera que de no liberar el quetzal, quienes resultarán más damnificados serán los trabajadores del país.

Es importante enfatizar que los problemas sociales derivados de esto, podrán traer consecuencias políticas muy serias para el país y el gobierno. Debido a esta expectativa, por sí sola, la política cambiaria debe reconsiderarse.

Política Fiscal:

Evidentemente, si la producción baja y el desempleo aumenta, la capacidad tributaria también baja. Por las mismas razones, no es propicio optar por el aumento de impuestos- El efecto económico de un aumento de impuestos podría ser el de disminuir aún más los ingresos fiscales, además de agravar la causa misma del problema: la baja rentabilidad de los negocios. Es decir, no se pueden poner impuestos cuando no hay capacidad de pago. Un ajuste en la paridad incrementará los ingresos fiscales.

Inflación:

Ante la disminución de oferta de bienes, producidos localmente e importados del exterior, combinados con el inevitable aumento del medio circulante para cubrir el déficit fiscal heredado, los precios en general aumentarán, agravando más el problema de la estructura de precios internos en comparación al exterior. Por ello, es encomiable el esfuerzo que está haciendo el gobierno para disminuir el gasto fiscal.

No es factible reducir el déficit fiscal heredado, a velocidad y en cuantía suficientes, para evitar un aumento considerable en el medio circulante. Mientras existían divisas el aumento circulante se pudo desmonetizar a sacrificio de las reservas internacionales. Ahora, ya no hay. La presa continúa en aumento: para no hacer las del avestruz, a las reservas mínimas netas debe restársele la presa, pues la venta de divisas para satisfacerla ya es obligación legal del gobierno a plazo vencido.

Balanza de Pagos:

Si la política cambiaria no se reconsidera, el déficit de divisas seguirá aumentando, «Ia presa» seguirá su presente tendencia ascendente, lo cual obligará a aumentar la deuda externa y, de no ocurrir un aumento sustancial en los precios de nuestros productos de exportación, obligará a una devaluación considerable.

Actualmente no se ha tomado ninguna medida para corregir las causas. Únicamente se han reprimido los efectos y descentralizado las colas, mientras «la presa» sigue aumentando.

Fuga de capital:

Se podría decir que existe un premio del 20% por cada quetzal que se fuga a la par. ¿Qué podemos esperar? No podemos esperar que regresen los capitales del exterior si los rendimientos internos son más bajos y más arriesgados, y menos aún, si está prohibido regresarlos a precio del mercado libre.

Política cambiaria:

Mientras sigamos atacando los efectos y no las causas (bajo precios relativos de nuestros productos y, por consiguiente, baja rentabilidad) y continuemos resolviendo la escasez de divisas con préstamos, llegará el momento en que habremos agotado nuestra capacidad de endeudamiento y perdido más capital.

Entonces, la paridad exigida por el mercado no cambiará en 15/20%, sino, como ha sucedido en México y Costa Rica, en 40/500%.

Moralidad de la sociedad:

El control de cambios incita a ciudadanos honrados a recurrir al mercado ilegal y a convertirse en mentirosos por la urgencia de satisfacer necesidades vitales o evitar el cierre de fuentes de ingresos y fuentes de trabajo.

Coloca al ciudadano honesto ante la disyuntiva de violar la ley, o de privar de sustento a su familia o a las familias de un número de trabajadores.

Por lo tanto, es un factor que contribuye a la degradación moral de la sociedad.

* * *

El grado de cada uno de estos efectos brevemente mencionados merece discusión y detenido análisis. Pero es innegable que los efectos de mantener una moneda sobrevaluada son los mencionados. También acepto que existen otras medidas para corregir, pero no las veo sugeridas, aparte de rezar para que ocurra alguna desgracia ajena, como lo sería una helada en Brasil, un huracán en Puerto Rico y una inundación en la Louisiana. Preferiblemente las tres.

No me parece muy práctico basar en eso la política monetaria.

El más grave y sensible efecto es el del creciente desempleo y la puja que los mismos trabajadores están ejerciendo para bajar los salarios a cambio de no perder el empleo totalmente.

Todas preferimos que se mantenga la paridad, pero el problema no es tan simple. Todos los aquí presentes probablemente sobreviviremos el temporal, mal que bien. ¿Pero qué pasará con los miles de guatemaltecos que se quedarán sin una fuente de sustento? Ninguna solución tiene solamente bondades. La disyuntiva ante nosotros es: ¿Cuál de los males preferimos? ¿Cuál es el mal menor?

Comprendo, y estoy de acuerdo, en que romper una tradición de cincuenta años tiene un alto costo y que sería muy triste. Pero también trato de ser objetivo al evaluar los efectos sociopolíticos de no liberar el quetzal en estas circunstancias de inseguridad, bajos precios de nuestras exportaciones, déficit fiscal heredado, creciente deuda extranjera y, sobre todo, creciente desempIeo.

Nuestro país no ha confrontado una crisis económica semejante a la actual desde la que obligó a la reforma monetaria de la década de los veinte, y de la crisis de los treinta, hoy con el agravante de la inseguridad y las guerrillas.

Por todo lo dicho y para que la crisis económica no se continúe agravando, una de las medidas que considero urgente y por ello recomiendo, es que de una vez por todas decretemos que nuestra moneda, el quetzal, sea libre, soberano e independiente.

ADDENDA

Respuestas a objeciones ya conocidas

I

Quisiera dirigirme a una de las objeciones de más peso a la liberación del quetzal. Esta es que, al apreciarse el dólar, todos los precios tenderían a subir, hasta anular los efectos de la devaluación. A este respecto quiero decir que ello sí ha ocurrido, pero solamente en casos de sobrevaluación legalmente hecha o de flotación sucia. Ejemplo: México.

Devaluaciones oficiales han ocurrido en tres circunstancias: 1) con balanza de pagos en equilibrio; 2) en desequilibrio con balanza positiva y, 3) en desequilibrio con balanza negativa.

En los dos primeros casos la medida es evidentemente contraindicada y sus efectos serían el de atesorar reservas excesivas, lo cual significa privar al país de satisfacciones presentes a cambio de prestarle poder adquisitivo a otros países.

En cuanto al tercer caso de desequilibrio con balanza de pagos negativa, el termómetro del desequilibrio es la «competitividad de la estructura de precios», o si se quiere, la lista de precios de la «canasta» de bienes, reducidas a un denominador común aplicándole el tipo de cambio.

Se puede devaluar muy poco, en cuyo caso la estructura de precios no llega a ser «competitiva» y subsiste la causa del desequilibrio negativo. Se puede sobredevaluar, en cuyo caso existirá desequilibrio con balanza positiva. O bien, se puede devaluar justamente para que la estructura interna de precios esté a nivel competitivo, en cuyo caso las causas del desajuste se habrán eliminado, y salvo que otros factores, como inflación o deflación interna comparados con el exterior- modifiquen el poder adquisitivo de la moneda, la paridad se mantendrá estable.

El problema de la devaluación oficial es que nunca se sabe si el ajuste fue correcto hasta no experimentar los efectos. Solamente si se deja libre la moneda buscará su nivel real y se ajusta a condiciones cambiantes a manera de mantener pleno empleo.

II

Otra objeción es que como el costo de la vida aumentaría, pronto se vendrá la puja de salarios para arriba y comenzaría la espiral inflacionaria. A ello respondo que los trabajadores no siempre piden aumentos. Claro que siempre les gustarían. Pero hoy tenemos amplia evidencia de que ellos saben cuándo se puede y cuándo no. Hoy están pujando salarios para abajo; cuando no hay de dónde, no se puede.

Si se estimula la actividad económica corrigiendo causas, eventualmente sí se podrá aumentar salarios otra vez. De lo contrario, la situación se pondrá progresivamente peor; desempleo y más bajos salarios.

III

Otro argumento en contra es que si el valor del dólar se aprecia, las deudas en dólares aumentarían correspondientemente.

Ello es cierto. Pero el otro lado de la medalla es que, con el quetzal sobrevaluado artificialmente, nuestra capacidad de pago disminuye.

Entonces la disyuntiva es nuevamente ¿cuál es el mal menor? Sin el ajuste de paridad costará aún más pagar deudas y probablemente la deuda externa misma aumentará en el intento de evitar una modificación a la paridad.

Es más, si posteriormente a la liberación se sigue una política económica y fiscal sana, la paridad podría paulatinamente volver a su nivel inicial.

El control de cambios significa imponer un precio máximo a la divisa extranjera infravaluándola, y un precio mínimo a la nacional, sobrevaluándola. Esta valuación artificial tiende a estimular artificialmente las importaciones, ya que resultan ficticiamente baratas, y a frenar las exportaciones, ya que si el exportador no modifica sus precios recibirá –luego de realizar la operación- menos divisas nacionales por cada extranjera de lo que en realidad vale en el mercado.

ALBERTO BENEGAS LYNCH (h), Fundamentos de Análisis Económico, 4ª. Ed., Buenos Aires, Argentina