Año: 27, Agosto 1985 No. 588

N. D. Jack Carr es profesor de Economía de la Universidad de Toronto. En 1971 obtuvo su doctorado en la Universidad de Chicago. Es autor del libro «La Oferta de Dinero y la Tasa de Inflación», publicado en 1972, y de numerosas contribuciones a revistas especializadas. Este fragmento es un extracto de su artículo «Controles de Salarios y Precios: Panacea para la Inflación o Receta para el Desastres», editado por el Instituto Fraser, de Vancouver, en la colección de ensayos «La Ilusión del Control de Precios y Salarios», 1976.

EL PAPEL DE LOS PRECIOS

Por Jack Carr

En el sistema de mercado libre, los consumidores gastan su ingreso monetario de acuerdo con la importancia relativa que asignen a los diversos bienes. En el sistema de mercado libre, se supone que el individuo conoce mejor que nadie sus propios gustos. Los individuos estarán dispuestos a ofrecer precios altos por los bienes que valúen alto en su escala de preferencias y precios bajos por los bienes que ocupen lugares bajos. Las empresas competirán entre sí para producir bienes cuyo precio les genere el mayor rendimiento sobre el valor de los recursos requeridos para su producción. Las empresas que produzcan bienes que no se demanden no podrán venderlos. En esta forma, las empresas se verán obligadas a producir sólo bienes que se demanden. Frank Knight lo resumió así: «los productores encontrarán rentable la utilización de su poder productivo para fabricar las cosas que el público necesita o desea, en las proporciones correctas».

En la economía de mercado, supongamos que cambian los gustos de los consumidores y la gente le asigna mayor valor que antes a un bien particular. El efecto es el aumento de la demanda del bien. Al precio existente, la demanda del bien superará a su oferta. Esto hará que los precios suban: el aumento del precio reducirá un poco la demanda, pero además, volverá más rentable la producción de este bien. Esta rentabilidad mayor permitirá que los productores de este bien paguen precios mayores por la mano de obra, las materias primas, etc., y que alejen estos recursos de sus usos alternativos. Estos recursos adicionales permitirán que las empresas productoras de este bien (cuya demanda ha aumentado) incrementen su producción. En esta forma, indica Frank Knight, «las preferencias de los consumidores asignarán los recursos hacia los usos de mayor importancia, guiados por los precios mayores en el mercado favorecido». El precio dirige así la producción y los recursos de acuerdo con los deseos y las necesidades del público.

El sistema de precios dicta también que los bienes se produzcan con la mayor eficiencia posible. Las empresas compiten entre sí en la producción de bienes y en la adquisición de recursos. Las empresas que puedan producir la cantidad mayor con una suma dada de recursos podrán pagar los precios mayores por estos recursos. Así podrán superar a sus competidores o forzarlos a utilizar también métodos más eficientes. «Así pues, cada detalle del proceso productivo se somete de continuo a un proceso inmisericorde de selección en una lucha por la existencia, y se ejerce una presión irresistible para el uso del poder productivo «en la mejor dirección» y de acuerdo con los métodos más eficientes posibles».

Las señales luminosas

En el sistema de precios, los bienes se producen de acuerdo con los gustos de los consumidores y en las formas más eficientes posibles. Para lograr este resultado, los precios (incluidos los precios de los recursos tales como la mano de obra) desempeñan un papel decisivo. Realizan una función doble. En una, los precios transmiten información. Sirven como señales de los consumidores a los productores para que estos dirijan sus empresas hacia la producción de los bienes deseados por los consumidores. Sirven como señales de los productores a los dueños de los recursos. Los recursos se dirigen así hacia los bienes para los que son más necesarios. En la otra, los precios proveen un incentivo para que las personas y las empresas actúen de acuerdo con la información incorporada a las señales de los precios. Las empresas que produzcan bienes que no se demanden que obtengan un precio bajo en relación con los costos de producción perderán dinero y tarde o temprano dejarán de producir. Las empresas que produzcan bienes que se demanden serán remuneradas con beneficios y podrán continuar produciendo. Los propietarios de los recursos que los asignen hacia sus usos más productivos serán remunerados con precios altos.

La Interferencia del mecanismo

En esta forma, los precios desempeñan un papel decisivo para la asignación eficiente de los recursos y la distribución del producto.

¿Cómo se ve afectado este papel por la imposición de controles de salarios y precios? Cuando se racionan los bienes mediante la espera o los programas formales de racionamiento, se suprime el papel decisivo que desempeñan los precios en la economía. Cuando la demanda supera a la oferta, los deseos de los consumidores decretan que se produzcan más de este bien. Si no se permite el aumento del precio, no se producirá más de este bien. Cuando existen controles de precios, los bienes no se producirán necesariamente de acuerdo con los deseos y las necesidades del público. Cuando la demanda supera a la oferta de un producto particular, esto indica que los recursos podrán usarse en forma más productiva en la provisión de ese producto que en la provisión de algunos otros. Dado que no se permite el aumento de los precios de los recursos, éstos no fluirán hacia los bienes donde se necesitan más. Además, dado que las empresas eficientes no pueden competir por los recursos con las empresas ineficientes, no hay ninguna garantía de que los recursos se usarán en la forma más productiva posible.

Cuando se rompe el termómetro

Milton Friedman buscó una analogía de los controles de salarios y precios y concluyó que:

«A menudo se establece una analogía entre el control directo de los salarios y precios (como una reacción ante la inflación) y la rotura de un termómetro (como una reacción ante un ambiente demasiado caliente). Esta analogía tiene cierta validez. Los precios son en parte como los termómetros por cuanto registran el calor pero no lo producen; en ambos casos, si se impide que un instrumento de medición registre lo que está ocurriendo no impedirá el hecho en sí. Pero la analogía es engañosa. La rotura del termómetro no tendrá necesariamente ningún efecto posterior sobre el fenómeno que se está registrando; sólo incrementa nuestra ignorancia. En cambio, los controles de precios tienen efectos muy importantes en la medida en que sean eficaces. Los precios no son sólo instrumentos de medición; también desempeñan un papel vital en el propio proceso económico. Una analogía más válida es la de una estufa de vapor que se calienta a toda su capacidad. Si se controla el calor en un cuarto cerrando los radiadores de ese cuarto, sólo se logrará que otros cuartos se calienten aún más. El cierre de todos los radiadores hará que aumente la presión en el calentador y se acentúe el peligro de su explosión».

Los controles de salarios y precios desperdician recursos y los distribuyen mal. Los recursos se desperdician con las esperas cuando se forman las colas para racionar las existencias. Los recursos se desperdician en la administración y la implantación de los controles. Los recursos se desperdician tratando de eludir los controles por medios legales e ilegales. Los recursos se distribuyen mal. Todo esto provoca una reducción de la producción. Resulta difícil pronosticar la magnitud de la reducción que ocurrirá en la producción en respuesta a cualquier sistema de control particular. El grado de reducción de la producción depende de la diferencia existente entre el precio controlado y el verdadero precio de equilibro, de la rigidez de la imposición de los controles, de la facilidad de la evasión de los controles y de la implantación de algún programa formal de racionamiento junto con los controles.

«La nave keynesiana de la inflación se está hundiendo. Las pérdidas sufridas son enormes, pero la tripulación de la nave es decir, el gobierno está a salvo. En cambio, los pasajeros no lo están. La experiencia, que es la mejor enseñanza, tiene un precio muy elevado: ella enseña lentamente, a costa de muchos errores».

Hans F. Sennholz

«EL PRECIO tiene una función importante. Iguala la demanda y la oferta. Ambas están balanceadas únicamente al precio del libre mercado. Cualquier otro precio más alto o más bajo ocasiona excedentes o escasez; reduce el comercio, penaliza el bienestar general. En la misma forma si el precio del trabajo es muy alto, ocasiona excedente de trabajadores: ‘desempleo»

F. A. Harper