Año: 28, Mayo 1986 No. 606

N. D. Alejandro Chafuén es un joven economista argentino graduado de la Universidad Católica de su país y del Grove City College, de Pennsylvania. Es Profesor de Historia del Pensamiento Económico e Investigador de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas, en Buenos Aires. Es miembro de la Juventud Liberal Argentina y del Centro de Estudios Sobre La Libertad. El Lic. Chafuén es un conocido columnista de prensa y co-autor del libro «Cristianismo y Libertad».

LA DEUDA EXTERNA NORTEAMERICANA

Alejandro A. Chafuén

Hace tiempo que Javier Hermosillo, padre de una numerosa familia de Guadalajara, México, envía cheques para depositar en su cuenta en el extranjero. Su banco en San Francisco. California, no se puede quejar: por cada 10 dólares que retira Javier deposita 100.

Por tres décadas, Javier trabajó duramente en su pequeña empresa de construcciones. No le fue del todo mal en México. Hace unos días decía: «formé una familia estupenda, vivía en un suburbio muy agradable, conseguí ahorrar algunos pesos, ...no perdón, algunos dólares». ¿Cuál es la diferencia? le pregunté. «Es que en México es muy difícil ahorrar, los políticos dicen que el capitalismo es malo así que hace varios años decidí abrir una cuenta en California; allí dicen que el capitalismo es bueno, y a los extranjeros que reciben intereses de sus depósitos los tratan como benefactores. ¡Qué ingenuos, no se dan cuenta que los estamos explotando!».

Como no me divierte dictar cátedra de teoría económica a mis amigos, lo felicité por depositar su dinero lejos de aquellos que dicen que el capitalismo es malo y por el «daño» que le estaba causando a la economía norteamericana.

Dinero que no viene

En Perú, el gobierno Socialista no quiere ahuyentar a la inversión extranjera, pero a las multinacionales «no les permitiremos repatriar sus fondos a costa de la pobreza del pueblo». Así mismo, el gobierno decidió no pagar de acuerdo a lo convenido los intereses a aquellos que en el pasado prestaron dinero a diversas instituciones peruanas. A fines de diciembre se decidió la nacionalización de una compañía petrolera norteamericana que no aceptó las condiciones que querían imponer las autoridades. Poco puede uno sorprenderse que un grupo de inversionistas estadounidenses que tenía planeado invertir en Perú haya decidido, en su lugar, prestarle dinero al gobierno de Reagan mediante la compra de Bonos del Tesoro al 9% anual.

Dinero que se acumula

La generalización de casos como los arriba mencionados ha producido que, por primera vez en 71 años, el conjunto de personas que vive en los Estados Unidos debe a extranjeros más de lo que estos últimos le deben a ellos. En pocas palabras: es la primera vez, en más de siete décadas, que los estadounidenses son deudores netos. Los gobiernos latinoamericanos han tenido tanto éxito en sus diatribas contra el capital y en crear un clima de inseguridad en sus países para el mismo, que los fondos siguen emigrando hacía el país del Norte.

Durante 1985, por cada dólar que los estadounidenses invirtieron en el extranjero los extranjeros invirtieron 3 en EE. UU. Las inversiones extranjeras en EE. UU. alcanzarán el billón de dólares (tres veces la deuda externa latinoamericana). Las inversiones estadounidenses en el exterior se calculan en 960 mil millones de dólares.

Tomando como dato esta realidad, un aumento en la tasa de interés producirá que este fenómeno se acentúe ya que la mayor parte de los intereses que los americanos pagan a los extranjeros quedan en los bancos norteamericanos, mientras que lo opuesto ocurre con las inversiones estadounidenses en el exterior. Podemos imaginarnos a que extremos se llegará si quienes deben a los USA se niegan a pagar intereses mientras que los depositantes extranjeros en los USA continúan recibiendo puntualmente los intereses de sus ahorros. Los bancos estadounidenses tienen que subir la tasa de interés para compensar por sus malos créditos; esa tasa de interés atrae más inversionistas extranjeros con lo que el carácter deudor del país del norte se acentúa aún más.

Algunos de mis colegas dicen que el caso de la deuda externa estadounidense es muy distinto al de la deuda externa latinoamericana porque la deuda esta contraída en dólares y el gobierno de los Estados Unidos es el dueño de la producción de esas divisas. Por cierto, esta deferencia es de gran importancia, pero hay que tener mucho cuidado y no asumir que el problema no es grave. La Reserva Federal puede inundar al mundo con dólares frescos y así repudiar de hecho gran parte de la deuda; pero, la inflación que esto generaría sería de tales proporciones que tendría un efecto mucho más negativo que una elevada deuda externa. La gran diferencia es que hasta el momento la deuda externa neta de los Estados Unidos es muy pequeña (datos provisionales la ubican en los 50 mil millones de dólares). Si la deuda externa de este país norteamericano continúa creciendo al mismo ritmo que en 1985, en sólo cuatro años la deuda externa neta del país del norte superará a la deuda externa latinoamericana. Es poco probable que así ocurra porque el debilitamiento de la divisa norteamericana ya está produciendo una disminución en el ritmo de inversiones extranjeras. Mucho más preocupante para los Estados Unidos es la deuda del gobierno. Esta asciende a 2 billones de dólares y es, per cápita, mucho mayor que la de la mayoría de los países Latinoamericanos. La diferencia es que la economía norteamericana es, por el momento, una máquina mucho más productiva que la economía latinoamericana. El sistema productivo de libre empresa produce de noche lo que el gobierno derrocha de día.

Conclusión

Semejante déficit es el que produce elevadas tasas de interés que a su vez atraen a inversionistas como el mexicano Javier Hermosillo. Sin embargo, si no fuera por la actitud anticapitalista de muchos gobiernos latinoamericanos, los problemas de la economía estadounidense estarían produciendo un efecto opuesto al que vemos hoy en el mundo. Los capitales irían a aquellas regiones en donde la mano de obra es más barata y en donde existe mayor campo para obtener tasas de retorno a la inversión elevadas. Y esas regiones quedan bien lejos de Norteamérica.

El hecho de la enorme deuda estadounidense desnuda la ridiculez de los slogans de izquierda. En mí país, los ideólogos colectivistas se quejan porque «cada argentino nace debiendo US$2.000». Utilizando la misma metodología ¡cada estadounidense debe US$12.000! También demuestra que los capitales que tanto escasean en el mundo subdesarrollado están siendo destinados a financiar al país económicamente más desarrollado. Para cambiar esta situación el lenguaje de muchos líderes latinoamericanos deberá modificarse. ¿La razón? Porque los capitales, así como las personas, no fluyen hacia los países que más lo necesitan sino hacia aquellos que más lo respetan.

ORACION DEL EMPRESARIO

Señor, has puesto en mis manos el poder de crear y el don de servir.

Me has permitido emprender mi realización y a la vez ayudar a la de los demás.

Me diste el espíritu para concebir mi obra, la materia para darle forma y la libertad para realizarla.

Ayúdame a hacer buen uso de la grave responsabilidad y el gran privilegio de crear, ayúdame para que mi fruto sea bueno para los demás y ayúdame a preservar mi libertad.

Señor, te lo pido porque sé que no puedo emprender mi obra y ayudar a los demás, sin la facultad de crear, sin los medios para hacerlo y sin la libertad.

Edgar Mason.

«Todavía peor que la ayuda del exterior ha resultado para los países subdesarrollados los créditos externos. En su mayoría manejados por los gobiernos han sido dilapidados y formado un círculo vicioso: pedir prestado para pagar los préstamos anteriores. La mayoría de los créditos han sido gastados en programas para lograr una teórica mejoría social, que por lo general no se traduce en ningún aumento en los niveles de vida de los pueblos».

Luis Pazos De La Torre.