Año: 29, Marzo 1987 No. 626

N. D. El Premio Nobel en Ciencias Económicas, de 1986, fue conferido al Dr. James M. Buchanan. Por el Banco Central de Suecia, reconociendo sus aportes al campo de la «Opción Pública». En este número se reproduce un artículo aparecido en la revista Perspectivas Económicas No. 1/87, y un fragmento de un ensayo sobre ese tema publicado por Milton Friedman en «Economic Inquiry».

Premio Nobel Para un Precursor de la Teoría de la «Opción Pública»

Los economistas pueden alcanzar la preeminencia por la aplicación de técnicas científicas, como el empleo de las matemáticas, para resolver problemas económicos difíciles, o bien porque el trabajo analítico en que se especializan adquiere una importancia particular como consecuencia del modo en que las sociedades en que ellos viven han evolucionado con el tiempo. James M. Buchanan pertenece a esta última categoría. Aunque no es una de las «estrellas» del firmamento económico norteamericano, cuyos pronunciamientos se citen con frecuencia en la prensa estadounidense, el reconocimiento mundial para Buchanan llegó a finales de 1986: el Premio Nobel en ciencias económicas. La razón: ha propuesto por mucho tiempo una versión de economía política según la cual quienes participan en la toma de decisiones del sector público son «maximizadores racionales» de sus propios intereses, exactamente igual que los miembros del sector empresarial privado, y adquieren popularidad mediante la aprobación de programas de gastos para ayudar a intereses o contribuyentes especiales, al tiempo que tratan de esquivar los impuestos necesarios para pagar aquellos. Un resultado obvio, según este razonamiento analítico, es que el sector público se infla y, a la postre, sobreviene el déficit. La existencia de grandes sectores públicos y déficit en los Estados Unidos y en muchos otros países parece confirmar esta argumentación en la segunda mitad de los ochentas.

Buchanan es el 14o. ciudadano estadounidense que recibe el Premio Nobel de ciencias económicas desde que el Banco Central de Suecia creó dicha presea en 1969.

Profesor y director general del Centro para el Estudio de la Opción Pública en la Universidad George Mason de Virginia, Buchanan es conocido en el mundo económico principalmente como precursor de la teoría de la «opción pública», cuyo propósito es explicar la toma de decisiones en el sector público. Aún cuando no es una de las escuelas de pensamiento dominantes en la economía norteamericana, la opción pública ha ganado partidarios con rapidez a últimas fechas. Según la Real Academia Sueca de Ciencias, que anunció el otorgamiento del galardón, «el logro más notable de Buchanan es que, en forma constante y tenaz, ha destacado la significación de las reglas fundamentales y ha aplicado el concepto del sistema político como un proceso de intercambio para la consecución de ventajas mutuas. Ha aplicado este método en el análisis de muchos problemas y asuntos específicos, con gran éxito. Por ejemplo, mucho antes que surgieran los grandes déficits presupuestarios, Buchanan demostró la manera en que el financiamiento de la deuda disuelvo la relación entre gastos e impuestos en el proceso de toma de decisiones».

Las opiniones de Buchanan encuentran eco en los círculos conservadores de los Estados Unidos, incluso en algunos sectores de la Administración Reagan que, igual que aquéllos, son partidarios de la aprobación de una enmienda constitucional por la cual se exija el equilibrio presupuestario. La conocida revista estadounidense de negocios Fortune comentó que «el prestigio del Premio Nobel puede ayudar a la causa de la enmienda (para el presupuesto equilibrado)».

Buchanan desarrolló sus teorías en el curso de varios años y como resultado de las experiencias observadas en los Estados Unidos y Europa. Durante el año académico que pasó en Italia en 1955-1956, disfrutando de una subvención Fulbright de investigación perfeccionó su teoría de la deuda pública y el entendimiento de las estructuras políticas, eliminando todas las ilusiones idealistas acerca de la benevolencia estatal. En 1962, con el economista Gordon Tullock, Buchanan publicó The Calculus of Consent (El cálculo del consentimiento), que fue la primera obra de lo que ahora se llama «economía constitucional». El libro se convirtió en un clásico dentro de la teoría de la opción pública. Buchanan es autor de otros libros y escritos donde refina y amplia la teoría de la opción pública y materias afines, los cuales han sido traducidos y publicados con gran prolijidad.

A principios de los sesentas, Buchanan y Tullock organizaron lo Sociedad de la Opción Pública y el primero trabajó con Warren Nutter para formar el Centro Thomas Jefferson para Estudios de Economía Política, en la Universidad de Virginia. Más tarde con Tullock y Charles Goetz, Buchanan organizó el Centro para el Estudio de la Opción Pública en el Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia. En 1983 Buchanan y otros seis profesores trasladaron dicho centro a la Universidad George Mason.

Buchanan nació en Murfreesboro, Tennessee, en 1919. Obtuvo su licenciatura por la Escuela Superior Estatal del Centro de Tennessee en 1940, un grado de maestro por la Universidad de Tennessee en 1941 y el doctorado por la Universidad de Chicago en 1948. Buchanan fue catedrático de la Universidad de Tennessee, la Universidad Estatal de Florida, la Universidad de Virginia, y el Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia antes de incorporarse a la Universidad George Mason, en 1983.

Algunos observadores han descrito a Buchanan como un economista heterodoxo. Este afirma que nunca ha sido un «economista» en la acepción estricta del término, sino que tiene interés «en entender la forma en que funciona el proceso de interacción económica». Buchanan declara que anda en pos de ideas que «expliquen la manera en que los individuos libres de elegir pueden alcanzar las metas que desean en forma conjunta».

«Economistas y Políticas Económicas»

Un Fragmento de Milton Friedman

¿Por qué habríamos de considerar en forma diferente a los funcionarios del gobierno? También ellos tienen el propósito de buscar su propio interés y en el gobierno, como en las empresas, debemos tratar de establecer instituciones bajo las cuales los individuos que busquen únicamente su propio provecho sean guiados por una mano invisible que los haga servir sí interés público en lugar de que los guíe como sucede tan a menudo un «pie invisible» que los induce a servir a intereses privados que no figuraban entre sus objetivos de servicio. La incongruencia entre el modo en que concebimos al gobierno y a las empresas ha sido largamente reconocida, pero generalmente sólo se ha dicho en comentarios «aparte». La gran aportación de lo que ha llegado a conocerse como teoría de la opción pública, desarrollada por autores como Anthony Downs en The Economic Theory of Democracy (La teoría económica de la democracia) y James Buchanan y Gordon Tullock en The Calculus of Consent (El cálculo del consentimiento), ha consistido en plantear explícitamente esa incongruencia y hacer que todos nosotros reconozcamos la necesidad de analizar a los funcionarios gubernamentales del mismo modo que analizamos a los empresarios, es decir, como personas que buscan su propio interés.

La Opción Pública en 1776...

«Es a veces la prodigalidad y la mala conducta pública, jamás la de los particulares, las que empobrecen a una nación. Todo o casi todo el rédito público es empleado en muchos países en el sostén de gentes no productoras. Tales son esas que componen una corte numerosa y brillante, un grande establecimiento eclesiástico grandes escuadras y grandes ejércitos, que en tiempos de paz no producen nada, y que en tiempo de guerra no adquieren nada que pueda compensar solamente lo que cuesta su mantenimiento mientras ella dura. Allí todas las gentes que no producen nada por sí mismas son mantenidas por el producto del trabajo de los otros.

Adam Smith, La Riqueza de las Naciones.

....1880

«La materia o servicio de la administración pública se vuelve industria y oficio de vivir para la mitad de los individuos de que se compone la sociedad. El ejercicio de esa industria administrativa y política, que es mero oficio de vivir, toma el nombre de patriotismo, pues toma el aire de servicio a la Patria el servicio que cada individuo se hace hacer por la patria para vivir. Naturalmente toma entonces el semblante de amor a la Patria gran sentimiento desinteresado por esencia, el amor a la mano que procura el pan de que se vive. ¿Cómo no amar a la Patria como a su vida, cuando es la Patria la que hace vivir?».

Juan Bautista Alberdi, «La Omnipotencia del Estado».

«El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza por vivir a costa de todo el mundo»

FFrederic Bastiat, (1801-1850)