Año: 32, Mayo 1990 No. 701

N. D. Enrique Ghersi es un joven Abogado peruano. Es fundador de la Sociedad Libertaria AMAGI y un activo colaborador del Movimiento Libertad de la campaña presidencial de Mario Vargas Llosa.

Ghersi es co-autor del libro EL OTRO SENDERO, de Hernando de Soto, quien dice de él «...tiene una visión de las cosas, una cultura y una capacidad de investigación y diagnóstico tan especial y enriquecedora que este libro no sería lo mismo sin su contribución..»

Esta nota es un discurso pronunciado ante la Asociación de Gerentes de Guatemala, publicado e la revista Gerencia de Abril de 1990.

EL SUEÑO LATINOAMERICANO

Por Enrique Ghersi

Diez años atrás, en América Latina se empezó un proceso de democratización. Surgieron muchos cambios, hubo elecciones y todos los que querían participar directamente en el desarrollo de su nación pudieron lograrlo. América Latina asistió al ascenso de las ilusiones. Un largo proceso de entusiasmo surgió por todos lados. Todos tenían la certeza que se trataba de una nueva era. Las libertades políticas fueron recuperadas, en este momento de entusiasmonadie se percató que las libertades económicas no pudieron ser alcanzadas. Esto no parecía importante en ese momento de alegría e ilusiones en el cual el entusiasmo político atravesaba el continente.

Surgió un tipo especial de voluntarismo político. El liderazgo tenía un carisma especial debido a que el tipo de libertades que el latinoamericano pudo ejercer lo hacían sentirse especial. Entonces, los gobernantes electos y los impuestos a través de todo el continente creyeron que por ser depositarios de la voluntad popular poseían también la piedra filosofal que les concedían las atribuciones de poder descubrir la verdad, que les permitirán encontrar la solución a los problemas de sus naciones de acuerdo a su voluntad. Por lo tanto, creyeron poder transformar la realidad económica por medio de controles, aumentando la emisión monetaria, estableciendo privilegios, otorgando subsidios; en resumen, establecieron una política económica intervencionista donde el estado paternalista debía intervenir en todas las esferas de la vida de la población. Este gobierno paternalista deseaba tomar parte en el desarrollo de sus pueblos pero solamente logró fracasos y pobreza.

Diez años después, América Latina se encuentra ante una realidad distinta. Del ascenso de las emociones ha surgido el derrumbe de las ilusiones. Esta es la América Latina que se enfrenta al pesimismo realista. Se aprendió que elegir un presidente no es suficiente. Se descubrió que en todo lo pequeño, en todo lo anónimo, existe una voluntad grande por tratar de aportar algo real y concreto al desarrollo de su comunidad. En las actividades económicas al margen de la ley se encuentra el gigante de la economía informal que trabaja hacia un futuro mejor. Avanzan con el objeto de construir naciones más fuertes y más grandes.

En el ciudadano latinoamericano surge el escepticismo económico, la duda y la oposición hacen que se rechace la intervención económica. Todas las personas aprenden que la paz se conquista y que la indiferencia se paga. Los revolucionarios en la nueva América Latina no serán los dirigentes políticos,ni la élite, ni los privilegiados. Los verdaderos revolucionarios que llevarán a estos países a un futuro mejor son un conjunto anónimo de empresarios que trabajarán sin privilegios y Sin concesiones para lograr sus metas. Serán todos aquellos que «nacen patria», utilizando una frase peruana. Es este pesimismo realista el que impulsa hacia una recuperación de las ilusiones.

Bajo la bandera de la justicia social y la buena voluntad muchos gobiernos en el continente destruyeron a sus países. Reforma agraria, colectivización de la propiedad, reformas monetarias, protección industrial y otras medidas similares eran las que, aparentemente, conseguirían el desarrollo económico. Durante la década pasada se ensayó y se erró en el camino en busca de la libertad económica.

Si se toma el caso del Perú como ejemplo, vemos que el 48% de las actividades económicas se desarrollan al margen de la ley. En este país la ley carecía de vigencia social, el estado era grande pero no fuerte, la ley normaba pero no era acatada. El peruano prefirió emplearse por su propia cuenta, se convirtió en empresario para poder sobrevivir. Estas personas lograron demostrar que el mercado libre y la propiedad privada, eran deseados por todos. Demostraron que la posibilidad de hacer economía de mercado no esta restringida para la élite. Demostraron que es una realidad política y social posible. Donde los políticos fracasaron, donde otros no pudieron moldear a la sociedad a su gusto y antojo, los pequeños empresarios lo lograron para progresar. De aquí surgirá la transformación de América Latina.

Entonces, el sueño de América Latina se basa en la esperanza no perdida de alcanzar el pleno desarrollo de las libertades políticas y económicas para sus ciudadanos. La década pasada nos otorga el mensaje que la libre empresa es lo único que nos permitirá alcanzar el desarrollo por todos soñado. De entre los escombros descubrimos que los pequeños y anónimos empresarios trabajaban por un presente mejor. Al reconocer estas nuevas fuentes originarias de libertad, entonces seremos mejores, cada persona podrá encontrar dentro de sí mismo los medios para alcanzar la realización de sus propias metas.

No olvidemos que detrás de los nubarrones que pueden ocultar en estos momentos a América Latina, existe un brillante futuro que nos espera. No debemos perder el optimismo, está en nuestras manos convertir el sueño de Latinoamérica en una realidad concreta, muy pronto. Si todos contribuimos con nuestros aportes dando lo mejor que tenemos, juntos podremos construir una América Latina mejor en la cual todas las personas verán realizados sus deseos y aspiraciones. Esto sólo se logrará con acciones concretas que resulten en productos tangibles y no se queden solamente en promesas irrealizables.

La revolución Informal

Por Mario Vargas Llosa

Cuando un país del tercer mundo recupera o establece la democracia, ello significa que ha celebrado elecciones más o menos genuinas, que hay en él libertad de prensa y que la vida política se ha diversificado y transcurre sin cortapisas. Pero detrás de esta fachada y, particularmente en la organización de su vida legal y económica, las prácticas democráticas brillan por su ausencia y lo que impera es, en verdad, un sistema discriminador y elitista que manejan en su provecho minorías casi siempre insignificantes.

La «informalidad» es una réplica de las mayorías contra ese sistema que las ha hecho tradicionalmente víctimas de una suerte de apartheid económico y legal. En ese sistema, las leyes parecían pensadas para cerrarles el acceso a cosas tan elementales como tener un trabajo y disponer de un techo. ¿Iban a renunciar a estas aspiraciones básicas de supervivencia en nombre de una legalidad en muchos sentidos irreal e injusta? Renunciaron, más bien, a la legalidad. Y salieron a las cales a vender lo que podían, montaron sus talleres de fortuna y armaron sus viviendas en los cerros y arenales. Como no había trabajo, lo inventaron, aprendiendo sobre la marcha lo mucho que no sabían, y, haciendo del defecto virtud, administraron con sabiduría su ignorancia. En el campo político actuaron con un criterio pragmático infalible, volviendo las espaldas sin el menor escrúpulo a su ídolo caído y volcándose oportunamente hacia cualquiera que fuera el poder ascendente.

Pero lo que son, en verdad, profundamente, por debajo de esas transitorias adhesiones tácticas, el libro de Hernando de Soto lo muestra admirablemente. Es decir, hombres y mujeres que a fuerza de voluntad y de trabajo a veces sobrehumanos, sin la menor ayuda por parte del país legal y más bien con su hostilidad declarada, han sabido crear más fuentes de trabajo y más riqueza en los campos en que pudieron obrar que el todopoderoso Estado, mostrando a menudo más audacia, empeño, imaginación y compromiso profundo con el país que sus competidores formales. Gracias a ellos no hay en Lima mas ladrones y vagabundos de los que infestan sus calles; gracias a ellos no hay más desocupados y hambrientos de los muchos que tenemos.

Pero, lo que más debemos agradecerles es que nos hayan mostrado una manera práctica y efectiva de luchar contra el infortunio totalmente opuesta a la que, con una perseverancia en el error que es uno de los más notables enigmas de nuestro tiempo, suelen recetar para el tercer mundo sus ideólogos y doctrinarios La opción de los «informales» la de los pobresno es el refuerzo y magnificación del Estado sino su radical recorte y disminución. No es el colectivismo planificado y regimentado sino devolver al individuo, a la iniciativa y a la empresa privada, la responsabilidad de dirigir la batalla contra el atraso y la pobreza.

(Fragmento del prólogo EL OTRO SENDERO)

«La libertad económica es la contrapartida de la libertad política y sólo cuando ellas se funden en una unidad, como el anverso y el reverso de una moneda, son operativas y genuinas. Ninguna dictadura puede ser realmente «liberal» en materia económica, porque el principio básico de esta filosofía es que no es al poder político sino a los ciudadanos independientes y soberanos a quienes corresponde tomar las iniciativas –los esfuerzos y los sacrificios- encaminadas a decidir el tipo de sociedad en la que van a vivir. La función del poder político es garantizar unas reglas de juego tales que aquellas iniciativas puedan ser tomadas de manera equitativa y libre».

MARIO VARGAS LLOSA, Prólogo EL OTRO SENDERO.