Año: 34, Junio 1992 No. 751

N..D. Alejandro Chafuén es el Presidente de FUNDACION ATLAS PARA LA INVESTIGACION ECONOMICA, una entidad con sede en los Estados Unidos que apoya las labores de investigación y educación que llevan a cabo los institutos liberales del mundo.

SOBRE ECONOMIA Y ETICA

Los Liberales de Salamanca

Las raíces teóricas de la economía liberal o de libre mercado no proceden, como vulgarmente se conoce, de los autores anglosajones del siglo XVIII, cuyo principal portavoz fue Adam Smith, sino de los grandes escolásticos hispanos, particularmente de los de la Escuelade Salamanca. Esta es la sorprendente tesis del doctor en Economía Alejandro Chafuén, un argentino que ejerce la docencia en Estados Unidos y en Buenos Aires, y que recientemente publicó ECONOMIA Y ETICA.

Durante varios años, Chafuén ha urgado en las obras de Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Martín de Azpilcueta, Juan de Medina, Miguel Salón, Francisco Suárez, Tomás de Mercado, Luis de Molina y otros pensadores católicos españoles de los siglos XVI y XVII que enseñaron e investigaron en las universidades de Salamanca, Alcalá de Henares y Complutense. Todos ellos jesuitas, dominicos y franciscanos formaron parte de la llamada, posteriormente, Escolástica hispana y se inspiraron especialmente en los escritos de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. Eran los intelectuales de la época. Investigaban racionalmente los problemas relevantes en las artes liberales, la filosofía, la teología, la medicina y las leyes, con el objeto de llegar a una solución inteligente y científica, consistente en la autoridad aceptada, los hechos conocidos, la razón humana y la fe cristiana.

Nada escapaba a su interés. De ahí que les numerosas cuestiones económicas surgidas en España tras el descubrimiento de América merecieran también la atención y el análisis de estos polifacéticos pensadores. Chafuén ha encontrado en sus escritos, numerosas referencias a la propiedad privada, los gastos públicos, la degradación monetaria, el intercambio internacional, el precio justo, los monopolios, el salario justo, la actividad bancaria o el cobro de intereses. Y, al contrario de lo que se piensa y de lo que se ha divulgado, las citas, que proliferan a lo largo del libro, demuestran los puntos de vista liberales de los escolásticos hispanos. He aquí una frase significativa de Francisco de Vitoria, considerado como el fundador de la Escuela de Salamanca, sobre las ventajas de la propiedad privada: «Si los bienesse poseyeran en común seríanlos hombres, malvados e incluso los avaros y ladrones quienes más se beneficiarían. Sacarían más y pondrían menos en el granero de la comunidad».

Como demuestra Chafuén, la huella intelectual de estos autores se transmitió rápidamente a otros países europeos. Y, a través de autores protestantes tales como Samuel Pufendorf, algunos de los argumentos de esta escuela aparecieron en los cursos que Francis Hutcheson estableció para Adam Smith. Chafuén rebate además el juicio de Tawney, harto repetido, de que Tomás de Aquino, al igual que Marx, defendía una teoría del valor trabajo. Numerosos textos muestran cómo Aquino y sus seguidores, al menos en España, pensaban que seguir tal teoría dañaría el bien común.

El gran mérito del profesor argentino es redescubrir los orígenes de una corriente de pensamiento que hoy fundamenta los mecanismos económicos del mundo desarrollado y cuya autoría se ha adjudicado injustamente a pensadores anglosajones posteriores, quizá por desconocer la gran actividad mercantil y comercial de la España de los siglos XVI y XVII.

J. R. ZARATE

Revista A. E., marzo 1992

Cristianos por la Libertad

Este pequeño estudio incluye abundantes aforismos y citas cortas muchas de las cuales aún hoy son de gran aplicación. Lo que el lector encontrará y apreciará es el estilo imbuido de sentido común. Permítaseme resaltar algunas citas de la tan rica colección:

PROPIEDAD EN COMUN

Y como consecuencia uno arrebataría cuantos frutos le fuera posible, cosa que en esta ocasión intentarían todos en provecho propio, dada la sed de riquezas de los hombres. Por este camino era inevitable que se perturbara la paz y la tranquilidad entre los ciudadanos y la amistad que intentaban favorecer tales filósofos.

Domingo de Soto, 1567

Ahora no hay quien no pretenda su interés y quien no cuide más de proveer su casa que la república. Así vemos que las haciendas particulares, esas van adelante, y crecen: las de la ciudad y consejo disminuyen: son mal proveídas y peor regidas, si no son ya ventas. Así dice Aristóteles, que es inevitable el deleite que el hombre recibe de ocuparse en sus negocios propios. No se puede fácilmente explicar cuánto hace el caso, para hacer una cosa con alegría considerar el hombre que es suya. Al contrario es gran tibieza la con que trata negocios comunes. De modo que perdida aquella primera caridad fue necesario que cada uno tuviese alguna parte en las temporalidades, en raíces o en muebles: para que ya no el amor universal, a lo menos el particular interés le moviese a conservarlo. De manera que creciese todos los bienes repartidos y divididos, que no pudieran dejar de venir a muy menos, si en montón (supuesto el pecado) se quedaren.

Tomás de Mercado, 1571

Asno de muchos lobos termina comido.

Proverbio escolástico

Si los bienes se poseyeran en común serían los hombres malvados e incluso los avaros y ladrones quienes más se beneficiarían. Sacarían más y pondrían menos en el granero de la comunidad.

Francisco de Vitoria

FINANZAS PUBLICAS

De los altos impuestos, se ha originado la pobreza y de ella ha nacido el imposibilitarse muchos de los vasallos a poder sustentar las cargas del matrimonio, sin cuyos grillos y vínculo con facilidad se inclinan los pobres al desamparo de sus tierras... temiendo cada día la venida de los cobradores de pechos y tributos, toman por expediente el desampararlas, por no esperar las vexaciones que de ellos reciben: pues como dixo el Rey Teodorico, aquella sola heredad es agradable, en la cual no se temen los exactores y cobradores.

Pedro Fernández de Navarrete, 1619

El que pide cantidades grandes, viene a recibir de pocos. A paucis accipit, qui nimium quaerit.

Ibid.

No puede haber Rey pobre de vasallos ricos porque «las riquezas están mejor guardadas en manos de los vasallos, que en las arcas de tres llaves de los tesoreros que cada día quiebran.»

Ibid.

GANANCIAS

No es el justo precio como a ellos les costó ni se ha de tener respecto a sus costas ni trabajos ni industrias, sino a la abundancia de mercaderías, y a la falta de mercaderes y dinero, porque estas cosas son causa que el justo precio sea menos de lo que a ellos les costó, y en este caso es justo que pierdan, porque de otra manera no se daría el caso en que los mercaderes justamente perdiesen, sino que siempre ganasen.

Luis Saravia de la Calle

Juan de Medina fue uno de los críticos más locuaces de la idea de que los mercaderes siempre deberían poder vender sus bienes a precios que garanticen una ganancia «justa». Señalaba que cuando los precios aumentan, los mercaderes pueden obtener una importante ganancia incluso cuando sus costos y labores son insignificantes o nulos. Cuando los precios bajan, los mercaderes deberían sufrir una pérdida, pese a que hayan incurrido en grandes gastos.

Sería injusto que los mercaderes sólo sean responsables de las ganancias y no de las pérdidas. Aquellos que por su propia voluntad se dedican a los negocios deben quedar expuestos a las pérdidas y a las ganancias y no es justo que quieran imputarselas a los consumidores o a la república. En los únicos casos en que se podía considerar una ganancia justa era cuando el gobierno fijaba los precios de venta. Cuando un mercader realizaba una tarea a encargo del rey, éste justamente debería velar por que se cubran sus costes y se recompense su obediencia. Era claro que para Medina, la práctica de subsidiar pérdidas no sólo dañaba a los consumidores sino también a la sociedad en general (la república).

Mariana era de la misma opinión:

Los que viendo arruinada su hacienda, se adhieren a la magistratura como el náufrago a la roca, y pretenden salir de sus apuros a costa del estado, hombres los más perniciosos, todos éstos han de ser rechazados, evitados con el mayor cuidado.

Juan de Mariana

Los intelectuales del mundo anglosajón tienden a olvidarse que en la cúspide de su poder, España tenía una gran actividad mercantil y comercial. Hasta que Francia y Gran Bretaña alcanzaron el mismo nivel, muy pocos pueblos tenían tanta experiencia en actividades económicas de complejidad, fin e innovación comparables. Los moralistas rodeados de laicos involucrados en negocios tuvieron enfrente todo un nuevo cuerpo de experiencias, tanto en el Nuevo como en el Viejo Mundo. Bien enseñados por las doctrinas de Aristóteles y Aquino en la senda del sentido común, en una ética basada en la sabiduría práctica y alerta a las circunstancias, contingencias y consecuencias, los escolásticos estaban bien posicionados para pensar en forma amplia y concreta. Los ejemplos y los casos que utilizaron demuestran un vivo interés por descripciones detalladas de la realidad.

De pocos libros se puede decir que abren nuestros ojos a un nuevo cuerpo de textos y a una revisión importante de ideas preconcebidas. Este estudio del Dr. Chafuén es uno de estos libros. Si futuros estudios reivindican la promesa abierta por él, la Iglesia católica ganará una más profunda apreciación de su propia tradición y alcanzará un claro sentido de su lento pero constante camino hacia la libertad, en el campo económico así como en el político.

Finalmente en su último capítulo, los conocimientos de Dr. Chafuén acerca de la Escuela Austríaca de economía le permiten analizar a la luz de estas ideas las contribuciones escolásticas. La tradición anglosajona no es la ignorada en Latinoamérica, pero la escuela austríaca aparece de mayor importancia para sus intelectuales. En los años que siguen, esta tarea de ligar las raíces de la escuela austríaca a las contribuciones de sentido común de los escolásticos de Salamanca puede convertirse en un evento de significancia en la vida intelectual latinoamericana.

Michael Novak