Año: 38, 1996 No. 822

N D W. M. Curtiss, fue profesor de economía de mercado de la Universidad de Cornell y director del Programa de consultas e investigaciones, entre las cátedras universitarias de estudios económicos y las empresas en la Fundación de Educación Económica (Foundation For Economic Education, Inc. lrvington Hudson, New York).

ARANCELES Y DUMPING

Por W. M. Curtiss

El término dumping produce una impresión bastante definida en la mayoría de las personas, pero no es fácil definirlo. Cuando los bienes de un país se venden en otro a precios inferiores al costo de producción, el proceso se denomina comúnmente dumping. Tal vez no importe que quien lo hace sea una empresa privada o un gobierno, pues en ambos casos es dumping.

El argumento contra el dumping sostiene que los productores nacionales no pueden hacer frente a la competencia «injusta» del exterior. El remedio que se sugiere a menudo es levantar una barrera aduanera contra esos productos, en un monto igual a la diferencia entre el precio a que los productores extranjeros están dispuestos a vender, y sus costos de producción. A veces hasta se hacen comparaciones con nuestros costos de producción.

¿Desde cuándo el costo de producción ha sido el factor determinante del precio de venta? Esta idea se basa en la teoría laboral de los valores y no en la teoría correcta. Sobre la base de este mismo argumento, se deberían imponer aranceles locales contra todos los comercios nacionales que, por cualquier motivo, ofrezcan sus productos en venta a un precio inferior al costo de producción. Los partidarios de este argumento, por supuesto, demandan que se otorguen poderes al gobierno para determinar el «verdadero» costo de producción. Y no descartemos esto como una broma porque la proposición ha sido hecha seriamente más de una vez. Aunque la proposición puede hacerse como subsidio y no como arancel, el razonamiento es el mismo en ambos casos.

PERDIDAS Y DUMPING

Todos los años muchos agricultores producen algo con pérdida. Su costo de producción está por encima de su precio de venta, pero hacen dumpipg con sus productos en el mercado. Lo mismo sucede en muchas despensas, ferreterías, etc. ¿Puede concebir usted un ramo donde algunas compañías no trabajan con pérdida cada año? Según estas normas, hacen dumping con sus productos y emprenden una competencia «injusta» con los comercios que pueden operar con ganancias.

Si el comercio a través de las fronteras nacionales fuese realizado por individuos, la cuestión del dumping raras veces se plantearía. Si un manufacturero británico de tejidos de lana ofreciera telas a un importador norteamericano a precios inferiores a su costo de producción, el importador norteamericano a lo sumo pensaría en su buena suerte.

Pero si el gobierno británico comprase tejidos de lana británicos y los vendiera a precios que nuestros fabricantes considerasen inferiores a los costos de producción británicos, se plantearía un incidente internacional. No porque sea posible conocer los costos de producción en Gran Bretaña ni en ninguna otra parte, puesto que difieren de una tejeduría a otra.

DUMPING INTERNO

El dumping es un proceso que se desarrolla continuamente en el mercado interno, y ocurrirá en el comercio entre naciones mientras haya comercio. Cuando en el dumping solamente participan productores individuales, podemos tener la seguridad de que no puede ser duradero; el productor deberá cambiar de proceder en poco tiempo o ir a la quiebra. Mientras dure, el dumping obra en beneficio del consumidor, quien podrá aprovecharlo al máximo a expensas del productor que opte por agotar sus recursos de esa manera. La caridad es una forma de dumping en que el donante se desprende de sus bienes por menos de su «costo de producción». ¿Debe prohibirse la caridad?

HUEVOS DESECADOS Y DUMPING

Uno de los ejemplos más claros de dumping es una operación de huevos desecados realizada por el gobierno de Estados Unidos. El gobierno compró enormes cantidades de huevos a precios elevados, con el fin de apoyar el mercado de huevos en este país. Los huevos fueron desecados y almacenados por cierto tiempo en una gruta de Kansas. Con el tiempo el gobierno, considerando que debía desprenderse de los huevos desecados, hizo dumping con ellos (o los regaló) en los mercados mundiales y en el país, a precios mucho menores que el costo de producción del gobierno: precio de compra, procesamiento, almacenamiento, etcétera.

En verdad, el dumping es más un miedo y una ilusión que una realidad. Los productores de acero, por ejemplo, pueden temer que alguna potencia extranjera hostil haga dumping de acero en Estados Unidos por un periodo lo suficientemente prolongado como para que algunas de nuestras compañías siderúrgicas vayan a bancarrota o sean desplazadas del rama, eliminando así una parte de nuestra capacidad productiva. Esto es apenas un argumento teórico basado en un temor infundado. Si alguna potencia extranjera intentara esto, parecería ser una solución sencilla que las compañías siderúrgicas o los usuarios de acero norteamericana comprasen todo el acero ofrecido a los precios bajos, cerrando sus fábricas hasta que la fuente de abastecimiento extranjero se agote y los que hacen dumping vayan a la quiebra.

Por último, una vez adoptada la teoría de imponer aranceles para evitar el dumping, ¿cómo evitar que se recurra a ella siempre que un producto extranjero se pueda vender en Estados Unidos a un precio inferior al que nuestros productores son capaces de manufacturarlo y venderlo?

El dumping no es distinto a las «rebajas de precios» y «ventas de liquidación» que se realizan dentro del país. Todo intento por impedir estas prácticas por ley, constituye una invasión de los derechos privados de propiedad y conducirá a una pirámide de controles, la cual, a su vez, terminará maniatando a la industria y al comercio. Cuando eso suceda, la libertad será apenas una teoría para leer en los libros de historia.

AYUDA A LAS REGIONIES ATRASADAS

Mucho se ha dicho en años recientes sobre la ayuda a las regiones atrasadas del mundo. Existen regiones atrasadas en Estados Unidos: hay estados atrasados, condados arrasados y comunidades atrasadas, sí, y también individuos atrasados dentro de cada comunidad. La variación es una ley de la naturaleza; mientras haya individuos, unos estarán mejor que otros. Algunos parecerán atrasados a los ojos de otros. Pero hablar de esto es en vano.

Podríamos plantear la cuestión del efecto que ejercería sobre la amistad y la buena voluntad mundiales el hablar en tales términos sobre otras naciones. ¡Imagínese que su vecino dijera que usted es una persona atrasada!

¿Puede caber alguna duda de que la mejor manera de ayudar a otro individuo o a otra nación consiste en permitir que se ayude a sí mismo? Déle trabajo, si quiere, o compre su producto para que aprenda a trabajar, a producir y a comerciar.

Es probable que la libertad de oportunidades para trabajar, poseer y comerciar ofrezca la mejor autoayuda que se conoce, para el mejoramiento económico. En Estados Unidos el tremendo incremento que condujo a nuestro elevado nivel de vida actual, se ha debido en no pequeña medida, a que hubo pocas o ninguna barrera económica en las fronteras de los estados o en otras partes dentro del país. Hemos demostrado lo mucho que el libre comercio y un mercado relativamente libre pueden hacer por una economía. También en Estados Unidos hay regiones que, comparadas con las restantes del país, podrían considerarse «atrasadas», pero trasplantadas a otros lugares del mundo esas regiones se destacarían por ser menos atrasadas.

La característica redentora de abrir nuestros mercados al libre intercambio entre los llamados países «atrasados» del mundo, es que no nos costaría nada hacerlo. El saldo neto resultante: nosotros qanaríamos tanto como ellos. He aquí la oportunidad de demostrar al mundo que cuando hablamos de «libre empresa», lo hacemos con convencimiento y no con restricción.

La eliminación de todas las barreras al intercambio tendría tres efectos beneficiosos muy importantes:

1. Permitiría que nuestra economía aprovechara la especialización y la ventaja comparativa de la producción en todo el mundo.

2. Ayudaría a las llamadas regiones subdesarrolladas del mundo a ayudarse a sí mismas, dándoles mejor oportunidad de producir y comerciar.

3. Sería la mejor manera de cimentar relaciones amistosas entre los norteamericanos y otros pueblos en el mundo entero. ¿Cómo podría enojarse un individuo con otro, cuando se permite a ambos comerciar libre y voluntariamente, sabiendo que las dos partes habrán de beneficiarse con el acuerdo? En tal comercio no hay peligro de diplomacia secreta, de favoritismos ni de que se maneje a otras naciones como peones, lanzándolas las unas contra las otras para buscar ventaja o hasta para intentar un precario equilibrio.

ARANCELES Y CONSERVACION DE RECURSOS

A veces se aduce, dado que los recursos naturales de una nación son limitados, la necesidad de explotarlos en cantidades limitadas o hasta de evitar su exportación. Se proponen aranceles como medio para limitar la importación de bienes que podrían ser intercambiados por tales exportaciones. Además se aboga por otros medios para restringir las exportaciones

Es evidente que los recursos naturales de una nación pueden agotarse a través de planes de donaciones internacionales y guerras. Pero en el comercio común de tiempos de paz, que se desarrolla entre individuos y firmas de distintas naciones, no puede hacerse semejante cargo con respecto a los recursos globales. Según he señalado reiteradamente, el comercio voluntario beneficia a ambas partes. Si una firma de Estados Unidos exporta cobre, existe menos cobre en este país, por supuesto. Pero todo lo que esa firma reciba por el cobre es más valioso para la firma que el cobre. Y es presumible que ningún comprador interno de cobre está dispuesto a pagar más que el comprador extranjero, pues de lo contrario el cobre no sería exportado. En esa medida, debido a que alguien gana y nadie pierde, los consumidores estarán mejor después del intercambio. Lo dicho sucede en todos los intercambios voluntarios.

«Si podrá decir usted, pero el cobre es un material escaso y debemos conservarlo». Todo bien económico es escaso; de lo contrario no tendría precio. Si fuera lo suficientemente escaso y lo suficientemente valioso, los consumidores internos ofrecerían un precio tan alto que ningún extranjero podría comprarlo.

Puede aducirse que los simples hombres, obrando individualmente, no pueden conocer las futuras necesidades de la humanidad, y, en consecuencia, no pueden ser lo suficientemente sabios como para conservar los materiales escasos. Por lo tanto, el gobierno establece una oficina o una comisión, formada por hombres así, para adoptar tales decisiones.

En relación con la conservación, se ha demostrado reiteradamente que nadie tiene mayor interés en la conservación y uso de los bienes que su propio dueño. Nunca se ha descubierto un sistema de conservación mejor que el de la propiedad privada. Lo que el gobierno posee no pertenece a nadie, y la probabilidad de su sabia conservación es muy remota. Esto es cierto tanto para los productos de exportación como para los que se comercian y se utilizan dentro del país.