Año: 39, Agosto 1997 No. 832

N.D.: Esta entrevista fue publicada en forma resumida en el diario El Periódico de Guatemala, el jueves 26 de junio de 1997. Fue realizada por Hugo Ordóñez, miembro del Consejo Editorial. Se reproduce con autorización de El Periódico. La Honorable Ruth Richardson fue Ministra de Finanzas de Nueva Zelanda de 1990 a 1993.

Encuentro con la esperanza Entrevista con la Honorable Ruth Richardson

Por Hugo Ordóñez

Nueva Zelanda es hoy un ejemplo de los beneficios de una reforma económica fundamentada en los principios liberales. Sin embargo, ya era un país desarrollado cuando inició su reforma. ¿Cree usted que los mismos principios pueden aplicarse a un país como Guatemala?

De alguna manera, lo que Nueva Zelanda hizo fue desarrollar cierta tecnología de punta que podríamos denominar tecnología para reforma económica (TRE). De igual manera que algunas personas desarrollan programas de computadora que usamos internacionalmente, ya sea en Guatemala, Suiza o en cualquier parte del mundo, yo diría que mucho de nuestra TRE es igualmente aplicable a cualquier país. Yo preferiría preguntar: ¿Compartimos algunos problemas comunes? ¿Existen soluciones comunes para ellos? Tomemos como ejemplo algunos problemas prominentes en Guatemala, como la inflación: la tecnología internacional de reforma económica para curar la inflación es tener bancos centrales independientes. En el caso de los déficits presupuestarios del gobierno, nosotros teníamos grandes déficits; ustedes también. Nuestros problemas de déficit requirieron un enfoque serio de responsabilidad fiscal, como lo necesitan ustedes. Por supuesto, los países son diferentes, las culturas son diferentes, las constituciones políticas son diferentes, pero no son las diferencias las que dominan. Son las similitudes las predominantes: la similitud de tener que superar el problema de una pobre competitividad internacional, la similitud de buscar mercados para nuestros productos, la similar necesidad de modernizar nuestra economía. Yo diría que son las similitudes el punto de partida. Es verdad que Nueva Zelanda era un país rico pero caímos en una declinación estructural y teníamos algunas presiones sobre nuestra economía que son exactamente iguales a las que ustedes tienen ahora.

Algunos se oponen a la reforma estructural porque argumentan que el costo de las reformas es pagado principalmente por los pobres. ¿Cuál fue el precio de la reforma en su país y quienes pagaron la cuenta?

Desde luego, hay un precio que pagar porque cuando reformamos, pedimos a la gente que cambie, y para muchos, el solo hecho de cambiar ya constituye un costo. Sin embargo, el precio mayor que hubiésemos pagado. en términos del trauma infligido, particularmente a los más vulnerables, los pobres, hubiera sido el no hacer la reforma. Porque estabamos en decadencia y la gente que estaba peor, los que sufrían más, eran los ubicados en el fondo de la pirámide social, aquellos que soportaban el desempleo,

losbajos salarios, y una inflación que continuamente erosionaba su poder de compra. Por supuesto que cuando se realizan cambios, algunos sufren, pero es necesario comprender que hay que analizar los costos y los beneficios asociados con la reforma. El costo gigantesco hubiera sido no reformar.

Los beneficios sustanciales que se

obtuvieron de la reforma seprodujeron principalmente

en aquellos sectores que peor estaban...

Los beneficios sustanciales que se obtuvieron de la reforma se produjeron principalmente en aquellos sectores que peor estaban, los jóvenes, los desempleados, los menos calificados. Por supuesto, todas las lanchas suben cuando sube la marea; cuando la economía crece 20%, como lo hemos logrado en los últimos 5 años, las personas más calificadas avanzan más rápido, pero si observa nuestras estadísticas de empleo, las mayores tasas de crecimiento son entre los jóvenes, los indígenas y los desempleados crónicos. Hubo una revolución sin derramamiento de sangre. Muchos sufrieron pero los beneficios excedieron a los costos. Muchos de los que se opusieron a las reformas, hoy reconocen sus beneficios y están agradecidos de que las hayamos realizado.

Algunos guatemaltecos creen que un país como el nuestro, que exporta principalmente materias primas y productos agrícolas con bajo valor agregado estaría en gran desventaja si repentinamente se enfrenta a la competencia internacional, como sucedería si unilateralmente bajara sus aranceles. También se cree que nuestra infraestructura industrial no está preparada para competir en el mercado global. Esto conduce a la creencia de que nuestra aproximación a la reforma económica debe ser gradual. ¿Qué opina?

Sila industria guatemalteca tuviera solamente problemas marginales, quizás se podrían dar el lujo de realizar una reforma gradual. Sin embargo, lo que yo he visto en los días que he estado en Guatemala, y de alguna manera su pregunta lo reconoce, es que la industria guatemaltecatiene problemas estructurales, y éstos no

La clase de reforma agraria que promovería consiste

en asegurar losderechos de propiedadmediante unatitulación adecuada

se resuelven con pequeñas reformas incrementales. Nueva Zelanda bajó substancialmente y de manera unilateral sus aranceles, pero fue un acuerdo. No le dijimos a nuestro sector industrial: Oigan señores, desde mañana ya no gozarán de protección arancelaria.Hicimos un programa, una reducción

gradual y planificada, pero más importante que eso, el gobierno jugó su papel, a través de reducir el costo de hacer negocios, mediante telecomunicaciones mejores y más eficientes, presupuestos balanceados que eliminaran las presiones sobre las tasas de interés, y la flexibilización del mercado laboral que permitió aumentar la competitividad y la productividad de la industria. Por supuesto que comprendo los temores de los industriales. Están temerosos de dar el primer paso, pero la amarga experiencia de otros países nos enseña que mientras más retrasemos el enfrentar al mundo, peor equipados estaremos cuando lo enfrentemos. En estos días que he estado en Guatemala, he visto industrias de clase mundial; he visto cosas realmente impresionantes a nivel mundial. Tengan confianza, modernicen su base industrial, como lo hicimos en mi país. Nosotros éramos un país agrícola. Hoy, nuestra agricultura representa el 5% del PIB. Nosotros fuimos capaces de diversificar rápidamente nuestra base industrial. Por lo que he visto aquí, no me cabe ninguna duda de que Guatemala también puede hacerlo.

La economía guatemalteca es principalmente agrícola. La mayoría de nuestros pobres viven en el área rural, donde las oportunidades de empleo son escasas. Algunos promueven la idea de una reforma agraria como la solución al problema de la pobreza. ¿Ve usted la reforma agraria como el punto de partida de nuestro desarrollo económico?

Debo decir que no veo la reforma agraria en la misma forma como se entiende normalmente en Latinoamérica. La clase de reforma agraria que yo promovería consiste en asegurar los derechos de propiedad mediante una titulación adecuada. No puedo imaginar a la gente invirtiendo en cosechas de mayor valor si no son propietarios de la tierra. Yo enfatizaría la necesidad de asegurar los derechos de propiedad como la parte crucial de cualquier reforma agraria, y no solamente la redistribución de la tierra por razones políticas. Sin embargo, no veo el futuro de los jóvenes de las comunidades mayas, que por generaciones han laborado la tierra, en el campo. Por este motivo, la reforma que impulsaría con igual vigor para la comunidad agrícola de Guatemala, no sería solamente asegurar los derechos de propiedad sino oportunidades de educación para los niños, porque en estos tiempos, la agricultura se vuelve cada día más sofisticada. El mundo tiene el refinamiento y el dinero para pagar por eso pero la realidad de la transformación agrícola es que cada día una menor cantidad de gente trabajará en la agricultura, y es necesario proporcionar a esa gente altamente creativa del campo, un pasaporte que los pueda llevar más allá de la tierra. Ese pasaporte es la educación.

Como país subdesarrollado, carecemos del "capital humano" que requieren las industrias de alta tecnología de hoy día. ¿Puede un país con las desventajas del nuestro beneficiarse de una reforma radical?

Si. Estoy convencida que mientras mayores sean las desventajas iniciales de un país, mayores son los beneficios potenciales y por lo tanto mayor el imperativo para una reforma radical. Debemos notar que continuar haciendo las cosas de igual manera conduce al desperdicio de recursos, a su mal uso, a la tragedia de la corrupción. Esos recursos no están disponibles para el desarrollo del país, para el beneficio de los guatemaltecos. De tal manera que veo incluso como una ventaja el hecho de empezar desde abajo, porque en su reforma pueden evitar los errores que otros han cometido, pueden aprovechar la experiencia de los países que los han precedido. Mi impresión con los guatemaltecos es que carecen de un sentido de urgencia, que la mayoría de guatemaltecos están resignados y son complacientes con la situación del país. Las personas podemos realizar cambios gigantescos. Lo que necesitamos es un sentido

de urgencia, particularmente en los líderes, en los que toman decisiones, no solamente en elgobierno; también en el sector privado, en los dirigentes sindicales, en los líderes de opinión. Debemos tener la confianza, la capacidad, la convicción de que podemos ser los arquitectos de nuestros propios destinos. La

Lo que necesitamos es

un sentido de urgencia,particularmente en los líderes...

receta que yo puedo darles es instarlos a desarrollar ese sentido de urgenciay ejecutar rápidamente una reforma económica radical. Es lo único que los conducirá al éxito.

Se cree generalizadamente que el Estado tiene la obligación de promover el desarrollo económico, sin embargo, algunos liberales pensamos que toda intervención estatal en la economía es inherentemente mala. ¿Qué piensa usted al respecto?

Yo soy una persona sumamente práctica y me interesa promover aquello que funciona. No creo que el problema sea de intervención o no intervención, sino de la calidad de las decisiones del gobierno. Una decisión muy pobre sería imaginar que el gobierno puede administrar negocios. No puede; por eso, el motor del desarrollo debe ser el sector privado. Esto no significa que el gobierno no tenga un papel que jugar. Yo pienso que el gobierno debe crear la visión de hacia donde debe ir el país, tiene que proporcionar un marco estratégico para alcanzar esa visión y poner en práctica políticas de alta calidad

Es la calidad de la oportunidad

la que cuenta y crea el incentivopara mejorar.

que sirvan de plataformapara la acción eficiente del sector privado. ¿Qué hacemos para asegurar el imperio de la ley? Esto esindudablemente el papel del Estado. ¿Qué se hace para asegurar un manejo adecuado del presupuesto? En ausencia de esto,

continuará la inflación y las altas tasas de interés que paralizan al sector privado. Yo creo en lo que funciona, y en Nueva Zelanda creamos un ambiente donde el Estado tenía una clara visión de hacia donde nos dirigíamos, por qué emprendíamos el viaje y por qué necesitábamos cambiar, pero el motor fue el sector privado, no el gobierno.

Guatemala es un país con grandes desigualdades económicas. The Economist reportó en 1994 que Nueva Zelanda ocupaba el tercer lugar en desigualdad económica, después de los Estados Unidos e Inglaterra. Algunos creen que promover una reforma económica radical en las condiciones de Guatemala sólo beneficiaria a los que ya gozan de privilegios y agravaría la desigualdad. ¿Cuál es su opinión?

Primero permítame decirle que rechazamos la evaluación de The Economist por razones de metodología, sin embargo me gustaría hacer dos observaciones a este respecto: Primero, si la economía no crece, ésta es la mayor desigualdad porque todos se estancan y esto no es bueno para ninguno. Mi país creció 20% en los últimos 5 años como resultado de nuestras reformas. Esto significa que todos estamos mejor pues los beneficios fueron percibidos por la totalidad de la población. Ahora bien, si usted observa quién obtuvo qué parte, el tema de la distribución, desde luego, las personas más calificadas, aquellas mejor preparadas para operar en la economía global altamente competitiva, obtienen una porción mayor. Pero yo pienso que lo más relevante es que creamos nuevas oportunidades para la gente que antes no las tenía, que redujimos significativamente las tasas de desempleo y que hay ahora muchísimas personas con la posibilidad de mejorar su situación porque tienen un empleo que antes no tenían. Yo no veo el problema mayor en la distribución. Lo que me interesa es hacer crecer el pastel a repartir. Me interesa la calidad de la oportunidad que creamos genuinamente a través de una economía en la que la gente tenga la posibilidad real de participar y obtener beneficios. Cuando observamos el contexto de la economía global, resulta evidente que hay personas que van a ir más rápido, que son más calificadas y están dispuestas a asumir mayores riesgos. Pienso que esa actitud de los que asumen riesgos nos beneficia a todos. No creo que podamos avanzar nivelando los resultados de todas las personas. Es la calidad de la oportunidad la que cuenta y crea el incentivo para mejorar.

Los acuerdos de paz generaron esperanzas de recibir ayuda financiera internacional. Sin embargo, los países amigoscondicionaron esta ayuda a un incremento en la recaudación fiscal, del 8% actual a 12% del PIB. ¿Considera usted la ayuda internacional y el incremento de los impuestos como el punto de partida de nuestro desarrollo económico?

No. Yo creo que el punto de partida son las decisiones que tomen acerca de sus prioridades y la calidad de la administración pública, de los gobiernos de Guatemala. Recientemente conversé con algunos políticos en Sudáfrica, que están en una posición similar. Su propia ruta hacia la recuperación económica empezó con sus determinaciones, y no con los condicionamientos de las organizaciones que proporcionan la ayuda. Estas crean economías dependientes de la ayuda internacional. Son ustedes los guatemaltecos quienes deben tomar sus propias decisiones, fijar sus prioridades. Con respecto a los impuestos, no creo que incrementar los impuestos sea el punto de partida tampoco. El punto de partida es ¿cuál es la ambición del país? ¿está el Estado realmente organizado para alcanzar esos objetivos? Solamente después de responder estas preguntas se debe diseñar un sistema impositivo cuidadosamente concebido para alcanzar los objetivos. Simplemente incrementar las tasas impositivas con el actual sistema no creo que sea la respuesta a sus problemas fiscales. Guatemala necesita una amplia base tributaria con menores tasas. Yo estoy absolutamente convencida que el catalizador del cambio no es en modo alguno ninguna fuerza externa, es la determinación interna de una nación de hacia donde quiere ir. Basta mirar hacia el Asia, a Singapur, por ejemplo, que es un lugar árido, sin recursos naturales, pero con un pueblo que asumió la responsabilidad por su futuro, y que ha pagado el precio en término de los sacrificios necesarios para alcanzarlo.

Creo que es un magnífico ejemplo de lo que una nación comprometida con su futuro puede hacer cuando se fija me tas ambiciosas. La existencia de recursos naturales es irrelevante. Lo que cuenta es la gente y la calidad de su gobierno.

...el consenso es un concepto frecuentemente utilizado

como una excusapara no actuar.

¿Como lograron el apoyo a las reformas de todos los sectores de la sociedad en Nueva Zelanda? ¿Cómo alcanzaron el consenso?

La verdad es que no hubo consenso. Lo que hubo fue liderazgo. El liderazgo de algunos políticos, de algunas personas muy inspiradas en el sector privado, de ciertos funcionarios. Y hubo mucha oposición, gigantesca oposición; siempre la hay cuando se reforma. Es una ley física, toda acción genera una reacción. Con franqueza, si hubiéramos esperado alcanzar consenso, jamás hubiéramos hecho las reformas. Yo no creo que los votantes esperan que el gobierno tome decisiones solamente cuando alcanza el 100% de consenso. En Nueva Zelanda, fue el liderazgo, la voluntad de ser proactivos, lo que nos impulso hacia adelante. Es verdad que había una crisis, una generalizada sensación de que habíamos llegado al final del abismo. La gente sabia que debíamos cambiar. Sin embargo, sin un efectivo liderazgo no hubiéramos podido realizar los cambios. Muchas personas que al inicio se oponían ferozmente al cambio ahora reconocen, después de ver los resultados, que tuvimos razón, que tomamos la ruta correcta. Yo pienso que el consenso es un concepto frecuentemente utilizado como una excusa para no actuar.

¿Cómo flexibilizaron el mercado laboral?

Nueva Zelanda heredó el sistema Británico de sindicatos y negociación colectiva. Cada año se negociaban los salarios en una gran convención, donde ni los trabajadores

...cuando la economía

se vuelve más eficiente y competitiva,se generan muchos empleos...

individuales ni los empleadores individuales tenían nada que decir. En mi partido, que es el partido de la libertad, pensamos que eso no podía ser correcto en términos de la determinación del país de ser más competitivo.

Hicimos una campana sobre la base de que este sistema rígido realmente era una perversa maquinaria de destrucción del empleo y que el mantenerla trabajando solamente produciría una mayor destrucción de empleos, como lo hacen los europeos. Cuando llegó el momento, mostramos esa clase de liderazgo que le mencioné antes: seis semanas después de tornar posesión, introdujimos reformas legales que efectivamente consideraban el contrato laboral en exactamente la misma forma que cualquier otro contrato, como un contrato entre dos partes, el trabajador y el empleador, y no como un convenio entre entes colectivos negociado al margen de los intereses individuales de los afectados por el contrato. Nueva Zelanda tenía propensión a las huelgas. Solíamos tener pérdidas inmensas de producción y de mercados debido a las huelgas, porque no éramos confiables. Dentro del sistema colectivo, existían fuertes incentivos para no producir mientras que ahora todos tenemos incentivos para pensar cuidadosamente nuestras acciones, para mejorar la productividad. Los mercados importan ahora. Y esto es el resultado de la libertad de contratar y de despedir, de la libertad de fijar los términos y condiciones de trabajo sin la intervención estatal ni la coerción sindical. Desde luego, tenemos un código de trabajo que proporciona criterios de seguridad laboral, de condiciones de salud en los lugares de trabajo, de salarios mínimos, pero dentro de este marco general, existe la libertad de contratar y esto ha cambiado dramáticamente la cultura en los lugares de trabajo. El resultado ha sido mejores salarios para los trabajadores, incremento en los niveles de empleo y una genuina preocupación por mantener a los empleados, porque cuando la economía se vuelve más eficiente y competitiva, se generan muchos empleos y existe una gran competencia por conseguir trabajadores, especialmente los más calificados. En resumen, la flexibilización del mercado laboral cambió la cultura, cambió la competitividad. Si nos hubiéramos apegado a la Organización Internacional del Trabajo, jamás nos hubiésemos movido hacia adelante. Con ellos hemos argumentado que nuestra reforma fue una manera realmente efectiva de generar empleo para nuestros trabajadores.

¿

Quienes fueron los héroes intelectuales de la reforma en Nueva Zelanda?

La parte interesante acerca de la mayoría de neozelandeses es que somos gente muy práctica, somos finqueros. Entendemos por supuesto el marco intelectual pero, francamente, no fuimos motivados por el, en el sentido de que Hayek no fue el héroe, von Mises no fue el héroe. En una de mis conferencias dije que el héroe de la historia de la reforma de Nueva Zelanda eran los principios subyacentes en el pensamiento liberal. Desde luego conocemos la forma de pensar de los economistas austriacos, pero en realidad lo que hicimos fue encontrar algunas soluciones muy prácticas, de puro sentido común para nuestros problemas. Donde creo que Nueva Zelanda resalta y puede considerarse que ha realizado un aporte significativo a la filosofía de la reforma económica, es en la importancia que le dimos a la consistencia y a la coherencia de las medidas. Cuando se transita por el camino de la reforma, no se escoge un grupo de principios para esta política y otro grupo de principios para esta otra. Cuando tomamos la decisión de reformar, cuando tuvimos claro que ese era el camino, no nos contentamos simplemente con hablar. Actuamos rápida y radicalmente, y lo hicimos con una coherencia y una consistencia tales que verdaderamente hicieron la diferencia. Cuando observamos los resultados de las economías cerradas y autoritarias, supimos que eso no iba a funcionar. No tuvimos que leer a Marx para saberlo; tampoco tuvimos que leer a Hayek para saber que mientras más libre y abierta fuera nuestra economía, mejores serían los resultados. En realidad, nuestra reforma no fue un elevado ejercicio intelectual. Fue un ejercicio muy práctico del uso del sentido común. Creo que se reconoce internacionalmente que nuestra reforma no fue una reforma ideológica.