Año: 39, Septiembre 1997 No.  833

N. D. : Václav Klaus es Primer Ministro de la República Checa desde junio de 1992. Estudió relaciones económicas internacionales y comercio internacional en la Escuela de Economía de Pragua, así como en la Universidad de Cornell. Este artículo fue publicado originalmente en la revista Fraser Forum del Instituto Frase de Canadá en julio de 1955.

El Problema de la Imperfecta Regulación

Por Vaclav Klaus

Se nos acusa frecuentemente de sostener que el mercado por si mismo solucionará satisfactoriamente todos los problemas. Yo nunca he dicho eso, y para probar que ni siquiera lo creo, me remito a los textos básicos de economía. Estos nos enseñan que hay cosas que el mercado soluciona de una manera diferente (y a veces aún peor) de lo que a nosotros nos gustaría o que consideraríamos correcto. En este contexto, los especialistas hablan de ineficiencia, injusticia, o la posibilidad de que las soluciones del mercado sean inestables.

La ineficiencia se le atribuye usualmente a la existencia de monopolios y a las así llamadas exterioridades (ganancias de la actividad económica recibidas por personas distintas de aquellas quienes la financian). La ineficiencia, por tanto, tiene una esencia económica. Justicia o injusticia es, por otra parte, una categoría no económica basada en el hecho de que una económicamente eficiente distribución de la riqueza no tiene que ser socialmente aceptable. La inestabilidad causa molestas desviaciones a corto o mediano plazo de las tendencias a largo plazo. Estas últimas finalmente prevalecerán, pero luego de un período incómodo para algunos.

Todo libro de texto de economía serio nos lo dice, y todo economista serio lo conoce perfectamente bien. Por eso entienden la búsqueda de alguna "mano invisible" que intervendría en el funcionamiento real del mercado y resolvería las dificultades causadas por sus imperfecciones. El "fracaso del mercado" significa nada más ni nada menos que los mercados en la vida real no alcanzan la calidad de los imaginarios e hipotéticos mercados perfectos descritos en los libros de texto.

Este no es ni el punto en cuestión ni el problema. El problema no es la imperfección del mercado, sino la imperfección de la intervención reguladora. Y el punto básico entonces, es cuál de las dos imperfecciones es la menor. Así que, dependera de quien promueve medidas reguladoras mostrar que el daño causado por tales medidas es menor que el que existiría en su ausencia. Y la respuesta a esta pregunta es mucho más difícil de lo que muchos de nosotros nos damos cuenta. El problema de la regulación tiene su aspecto informacional (saber qué hacer), su aspecto motivacional (querer hacerlo), y su aspecto de implementación (saber cómo hacerlo). Esto, por cierto, es un razonamiento análogo a la polémica básica entre la planeación y el mercado. Debido a que las regulaciones son hechas no por ángeles sino por personas tratando de satisfacer sus propios intereses, queda claro que la regulación no esté exenta de interéses. Las controversias sobre el qué, el cómo y el quién debe regular ejemplifican una de las controversias prototípicas de nuestro tiempo.

Entre los ejemplos de tales intervenciones reguladoras del gobierno de la república checa está la jurisdicción sobre quién debe decidir quién puede o no realiza negocios (licencias profesionales), bajo qué condiciones se pueden llevar a cabo negocios en tal o cual sector, qué sanciones (multas, etc) deben imponerse a los violadores de regulaciones válidas, y qué forma deben tomar los controles de precios o regulaciones bajo las cuales los empresarios pueden ofrecer sus mercancías o servicios.

Toneladas de papel se han escrito sobre este tema. A pesar de la prevaleciente opinión pública de que, en promedio, las regulaciones mejoran el mercado, yo, al contrario, creo que esto no es así.

El problema de la información es crucial. El socialismo probablemente nos curó de la creencia en un centro iluminado. Yo no estoy ni puedo ser persuadido a que las oficinas regulatorias individuales (electricidad, productos agrícolas, energía nuclear, telecomunicaciones, comunicaciones, ferrocarriles, etc.) sean más sensatas que los anteriores ministerios que actuaban bajo la guianza de una comisión central de planificación con una cierta visión global. La información económica es difusa a través de toda la sociedad y, como Hayek mostró persuasivamente, un intento de ponerla en forma transferible, y su consecuente transmisión a un centro, es ya sea imposible o altamente ineficiente. Seamos muy cuidadosos. La economía centralmente administrada de la Alemania Nacional-Socialista también inició con agencias reguladoras aisladas. Después de la guerra, uno de los economistas liberales clasicos alemanes, Walter Eucken, nos demostró que de allí sólo hacía falta un paso para decir que era necesario asegurar comunicación entre las instituciones aisladas y una comisión planificadora central vió la luz.

El problema motivacional (interés) es absolutamente fatal. La ciencia economica ha probado que en la realidad, las regulaciones actúan en el interés de aquellos a quienes regula más que en el interés de los consumidores o los sectores afectados. La discusión checa sobre la colegiación obligatoria en las asociaciones profesionales, y sobre la presencia de productores, doctores, profesores universitarios y todo el resto en los organos regulatorios es, después de todo, sobre este punto en particular. Se centra sobre en interés de quién debe regularse. Si nosotros en el gobierno tratamos de amoldarlo al interés de los ciudadanos (cuyos representantes no son otros que el estado), se nos acusa de centralización. Esto, sin embargo, es completamente erroneo.

No menos crucial es el problema de la implementación, o de la puesta en práctica de la regulación. Como una persona que durante muchos años se vió envuelta por la economía matemática y la econometría, no le tengo miedo a las fórmulas matemáticas. Se, sin embargo, que la gente puede ocupar toda su vida en estimar estadísticamente uno o dos parámetros de tal o cual ecuación. Y que en el área no-técnica uno no puede esperar más que juicios cualitativos.

Comparado a esto, el mercado es un mecanismo economizador de ingenio y, por tanto, es mejor invertir en la perfección de la mano invisible que en la imperfección de la mano visible. La regulación es más imperfecta que el mercado.