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Año: 40, Octubre 1998 No. 846
N. D.: Russell Madden es catedrático de Comunicación Verbal en el Mt. Mercy College y de Escritura en el departamento de Inglés del Kirkwood Community College, ambos en Cedar Rapids, Iowa, Estados Unidos. Este artículo se publicó originalmente en la revista "The Freeman" de la Fundación para la Educación Económica, de julio de 1998. En Guatemala continúa el debate sobre la entrada en vigencia (ahora postergada para principios del año 2,000) del Código de la Niñez y la Juventud, la versión local de la legislación intromisiva a la que Madden se refiere en este artículo.
Por los niños
Por Russell Madden
La mayoría de los padres aman a sus hijos y buscan para ellos sólo lo mejor. De hecho, la noción de que la próxima generación debería tener vidas mejores y más fáciles se ilustra mejor por la innumerable cantidad de padres inmigrantes que sufren largas horas de trabajos agotadores y penurias económicas. Esa motivación es una parte integral de la visión americana.
El enfoque hacia los niños y hacia sus necesidades y deseos permea nuestra sociedad. Ya sea que se represente por una madre haciendo largas colas y sorteando muchedumbres para comprar el juguete más popular del año o por abuelos indulgentes echando a perder a sus nietos, la tendencia parece intensificarse.
Siempre y cuando tales actividades se confinen al hogar, no hay daño… excepto, quizás, al presupuesto familiar o a la paciencia de un padre. Aún las personas sin hijos pueden obtener cierta diversión, placer o alivio al observar los extremos a los que los padres modernos llegan para satisfacer a sus pequeños alter egos.
Desafortunadamente, las fronteras del interés centrado en los niños hace mucho que se ampliaron para incluir la acción gubernamental. La creciente politización de los íntimos vínculos y responsabilidades de los padres hacia sus hijos ha restringido nuestras libertades en innumerables maneras.
Muchas de las políticas diseñadas "por los niños" encajan perfectamente con una singular fijación en la "seguridad a cualquier costo". La combinación de estos dos argumentos nos empuja inexorablemente por una senda oscura de la que es cada vez más difícil salir.
Un deseo de seguridad es, por supuesto, no más inherentemente extraño de lo que es un interés en el desarrollo y bienestar de los hijos. Los padres correctamente buscan proteger a sus hijos de los múltiples e interminables peligros de la vida, proveerles un ambiente seguro y estable en el cual crezcan, y asegurar su seguridad general.
Sin embargo, cuando esas metas se logran violando los derechos de los vecinos, la lustrosa capa de respetabilidad que cubre las auto proclamadas buenas intenciones rápidamente se desmenuza para revelar la esencia corrosiva de la tiranía. La necesidad nunca puede ser un derecho sobre la riqueza, la propiedad o las vidas de los conciudadanos.
Através de leyes, regulaciones y reglas cada vez más restrictivas y entrometidas que ahogan a la sociedad civil, los políticos ofrecen sobornos que pocos votantes rechazarían. Si se les objeta que sus acciones minan la libertad e instalan controles paternalistas, los dispensadores de dádivas compradas con el dinero de otros justamente responden que lo hacen "por los niños".
¿Quién podría estar en contra de los niños?
El debate entonces se sesga en favor de privilegios y protección para la clase media adornada como benevolencia hacia los niños pobres e indefensos, incapaces de cuidarse por sí mismos. Los principios fundamentales envueltos en esta lento apoderamiento de la vida familiar estadounidense se pierden en un juego de manos político. Libertad, justicia e igualdad ante la ley se convierten en abstracciones desechables.
Una transformación
La mantra "por los niños" transforma mágicamente la adquisición de bienes provistos a la fuerza por otros. El hurto, el robo y la extorsión se convierten en cuidado, compasión y generoso interés. Debido a que pocos están dispuestos a revelar el juego de manos, tales asaltos a nuestra libertad continúan.
Unos pocos ejemplos establecen el punto:
- Indoctrinación gubernamental, también conocida como escuelas públicas, fue impuesta ostensiblemente en nuestro país para asegurarse que nuestros niños no crecieran para ser adultos ignorantes e incompetentes –a pesar de que no había ninguna evidencia predominante de que los padres hubiesen fracasado en este campo. Aún Thomas Jefferson abogó por apoyo gubernamental (limitado) para ayudar a los niños en su educación. Las consecuencias de perder autonomía en este sólo campo continúan repercutiendo en nuestro país, proveyendo una fuente continua de fricciones y altercados pendencieros que hambrientamente devora no sólo incontables millardos en riquezas desperdiciadas sino también grandes pedazos de nuestra libertad. En una clase de profecía auto-cumplible, las escuelas públicas se aseguran que los niños aprendan solamente las versiones de la historia, política y economía que pintan al status quo político actual con una luz favorable.
- Mientras tanto, los padres, carentes de poder, son obligados a subsidiar la enseñanza de ideas y principios que probablemente aborrecen. Adultos sin hijos tambalean bajo fuertes impuestos a la propiedad para mantener instituciones que proveen un servicio que ellos no necesitan. Para añadir insulto al daño, emisiones constantes de bonos se suman a su carga conforme nuevos edificios bonitos esconden la fea verdad de un cuerpo estudiantil cada vez más ignorante e incompetente –precisamente el resultado utilizado inicialmente para justificar la invasión gubernamental de la educación.
La necesidad nunca puede ser un derecho sobre la riqueza, la propiedad o las vidas de los conciudadanos
- Las tarifas telefónicas en las líneas secundarias y otros servicios se incrementan para proveer dinero para conectar todas las escuelas en Estados Unidos a la red Internet, indistintamente de si ésta es verdaderamente el mejor camino para proveer a los niños de adecuados fundamentos del conocimiento. Como bonificación, muchos educadores y familias obtienen acceso a Internet "gratis", por el que otros deben pagar mensualmente de sus propios bolsillos.
- En un asalto directo a la libertad de expresión, los políticos buscan regular la misma Internet… por los niños. Ignorando la función primordial de los padres en gobernar las actividades de sus hijos, el Estado declara que solamente él puede mantener a los inocentes niños a salvo de las perturbadoras imágenes pornográficas, de los peligros de conversar electrónicamente con depredadores sexuales, y de las ideas políticamente incorrectas que flotan irrestrictamente en el ciberespacio.
- Paralelamente a estos esfuerzos de censura, los políticos obligan a los fabricantes de televisores a incluir en los nuevos aparatos un "V-chip" para bloquear las imágenes violentas. Los monitores de computadoras son los próximos en la lista. En una vena similar, el estado "persuade" a las cadenas de televisión a que "voluntariamente" clasifiquen su programación para proteger las mentes impresionables de los jóvenes. Grabaciones musicales, libros de historietas y otros medios diseñados para atraer a la joven clientela tampoco logran escapar del escrutinio de nuestras siempre vigilantes niñeras gubernamentales.
La mantra "por los niños" transforma mágicamente la adquisición de bienes provistos a la fuerza por otros
- Se limitan los anuncios en los programas de televisión para niños, aún y cuando se obliga a las cadenas a proveer una cantidad específica de "programación educativa para niños", la que invariablemente hace caer los ratings.
- "Joe Camel" es declarado animal non grato no sea que su imagen corrompa a los niños y los atrape de por vida en la adicción a la nicotina. Otras promociones de cigarros son declaradas ilegales por similares razones. Anuncios joviales de cervezas que puedan atraer demasiado a consumidores menores de edad también son amenazados a desaparecer si no son cambiados.
- Grandes empresas de cereales son sujeto de la ira Congresil cuando el precio de sus productos aparenta constituirse en una barrera al consumo por parte de nuestros ciudadanos más jóvenes. Por supuesto, cuando la oferta es rápidamente comprada, los productos son castigados por contener mucha azúcar o insuficiente valor nutricional.
- Se aprueba la Ley de Ausencia Familiar (Family Leave Act) con grandes fanfarreas. Las madres pueden dejar sus empleos por meses para unirse apropiadamente a sus hijos y aún así, mantener garantizados sus puestos cuando regresen. Las parejas sin niños tienen que correr con los costos, trabajando más horas o haciéndose cargo de más tareas para cubrir a sus colegas ausentes.
- Temiendo que los niños puedan sufrir física, emocional o socialmente de cuidadores sin licencia –y sin control- del estado, nuestros líderes políticos claman por una mayor regulación de la industria de cuidados infantiles. Para ayudar todavía más a los padres en sus necesidades de cuidado para sus hijos, el Presidente solicita millardos de dólares en subsidios.
- Para salvaguardar todavía más la salud de los jóvenes de la nación, el gobierno acciona para extender la cobertura de salud a los niños no asegurados, proveyendo una contraparte a los ancianos que ya controla a través del servicio de Medicare.
- Para superar el laxo cuidado de los padres no tan vigilantes, el gobierno ordena bolsas de aire para los carros, evadiendo sagazmente cualquier mención de los peligros que representan para los niños. Demandando que los bebés se aseguren en asientos especiales y que los pequeños se aseguren con cinturones, el estado provee más oportunidades de convertir inconscientemente en criminales a padres distraídos. Los cascos para ciclistas jóvenes se convierten en otro símbolo de la soberanía gubernamental.
- Los derechos de los adultos de defenderse a sí mismos, como lo reconoce la Segunda Enmienda a la Constitución, son infringidos por las "zonas libres de armas" cercanas a las escuelas, por leyes requiriendo que las armas sean guardadas bajo llave o desarmadas y guardadas separadas de las municiones, o prohibidas por completo; todo con tal de que los niños estén seguros –a pesar del hecho que los accidentes con armas de fuego han decrecido constantemente al mismo tiempo que la posesión de armas se ha incrementado.
- Aún el desarrollo intelectual de los infantes cae bajo la incumbencia del gobierno, tal es el caso cuando un gobernador del sur, Zell Miller de Georgia, declara que cada recién nacido debe ser provisto de un cassette o CD de música clásica –pagado por los contribuyentes.
Demasiados padres están de acuerdo
Implícito en estos programas, propuestas y leyes está la insultante hipótesis de que los padres son incapaces de tomar las mejores decisiones para sus hijos; que sólo un burócrata, que nunca ha tenido relación con una familia en particular ni conoce su contexto único, está calificado para tomar decisiones tan profundas y de largo alcance sobre los niños de este país. Tristemente, demasiados de esos padres, obsesionados con la seguridad o aturdidos por la complejidad del mundo moderno, aparentemente están de acuerdo con esa deprimente valuación de sus habilidades; o es eso o dejan la responsabilidad de sus vidas y de las de sus hijos en los ávidos dedos del estado, aliviados de tener a alguien que se preocupe por ellos. Si son confrontados con el resentimiento de aquellos cuya libertad es reducida al ser forzados a pagar por el consumo de otros, estos padres evaden las consecuencias de lo que hacen e indignadamente reclaman que cualquier cosa y todo lo que el gobierno les ofrece les pertenece por "derecho".
Indudablemente, muchos padres son sinceros en sus creencias. Igualmente cierto es el error en la base de su razonamiento. Comprometerse en una quijotesca búsqueda por una existencia sin riesgos es tarea de tontos –más aún cuando se hace violando los derechos de otros. Como dijo Benjamin Franklin en 1759, "Quienes pueden renunciar a la esencia de la libertad para obtener un poco de seguridad temporal no merecen ni la libertad ni la seguridad". No sólo son inmerecedores de esos valores; ultimadamente perderán aquello que tan desesperadamente buscan.
Cualquiera realmente interesado en promover el bienestar de los niños, ahora y hacia el distante futuro, debería hacer todo lo que está a su alcance para desprender las multitudinarias capas de constreñimientos que asfixian a nuestra nación. Si la seguridad y el completo desarrollo personal de nuestra gente son las metas, el mejor camino es aquel que restaura la justicia y la libertad.
Hagámoslo por los niños… y por nosotros.