Año: 41, Enero 1999 No. 849

N.D. Dwight R. Lee es Profesor Ramsey de Economía y Empresa Privada de la Universidad de Georgia. Es también columnista habitual de la Revista The Freeman de la Fundación para la Educación Económica, en la que publicó este artículo en la edición de septiembre de 1998.

Mercados y libertad

Por Dwight R. Lee

La cooperación social que surge en los mercados libres permite la especialización, de la cual depende la prosperidad. Nosotros seríamos mucho más pobres sin la especialización que es posible sólo cuando grandes cantidades de personas pueden coordinar la producción y consumo a través del intercambio de mercado. Pero aún más importante que la riqueza material que obtenemos del mercado es el beneficio de la libertad. Sin la responsabilidad y disciplina que sólo son posibles en las economías del mercado, pronto seríamos privados de la mayor parte de nuestra libertad.

Es fácil dar por sentada la libertad, especialmente en los Estados Unidos donde hemos disfrutado lo que en otros países la gente sólo puede soñar. La libertad se parece mucho a la buena salud; la gente tiende a no apreciarla hasta que la pierde. Así como la gente saludable puede destruir su salud por condescender con tentaciones pasajeras, así también la gente libre puede destruir su libertad optando por ventajas políticas pasajeras que minan las condiciones de las que depende la libertad.

Asimismo, tan importante como es la riqueza, es secundaria para ambas, la buena salud y la libertad. La riqueza es de limitado valor para aquellos sin la salud o la libertad para disfrutarla. Además, la buena salud y la libertad son elementos importantes para la producción de riqueza, siendo la libertad absolutamente esencial. Los enfermos pueden ser productivos, pero sin libertad la cooperación productiva del mercado es imposible.

Así es que debo discutir dos puntos, diferentes pero relacionados, en este folleto. Primero, la cooperación productiva del mercado depende de la libertad; y segundo, la libertad depende de la cooperación productiva del mercado. Los economistas típicamente tienen la desagradable tarea de señalar los compromisos que son inevitable consecuencia de la escasez. Pero con riqueza y libertad no hay compromisos; ellas se refuerzan en las economías de mercado, siendo generalmente imposible tener una sin la otra1. Los intentos por aumentar la riqueza con medidas políticas que reducen la libertad, invariablemente terminan reduciendo ambas.

Los mercados requieren libertad

Los mercados operan su magia permitiéndole a las personas comunicar los beneficios que obtienen de los esfuerzos de otros y los costos de sus esfuerzos para beneficiar a otros. En última instancia, todos los beneficios y costos son subjetivos, dependiendo de las preferencias y circunstancias de las personas, las cuales sólo ellas pueden evaluar acertadamente. Esto es obvio en el caso de los beneficios. ¿Quién si no la persona que consuma un bien o se beneficia de un servicio está en la mejor disposición de juzgar el valor del beneficio obtenido? Pero si los beneficios son subjetivos, entonces también lo son los costos, los cuales no son más que el valor de los beneficios anticipados. Y ya que son subjetivos, la gente puede comunicar adecuadamente los costos y beneficios a los demás, solamente teniendo la libertad de entrar a, o salir de, diferentes mercados, conforme ellos crean conveniente, y de comprar y vender a cualquier precio acordado mutuamente. Los controles de precios gubernamentales restringen nuestra libertad como compradores y vendedores, y destruyen la riqueza censurando nuestra comunicación con los demás.

La planificación central fracasa debido a que las personas no tienen la libertad de actuar con la información local que sólo ellos poseen. Cuando la dirección centralde lasautoridades políticas sustituye las escogencias de mercado de los productores

y consumidores individuales, las decisiones económicas son hechas necesariamente en un vacío de información. Una economía productiva requiere el uso de la información que está dispersa en toda la población, y esa información no puede ser utilizada sin libertad individual. Destruya la libertad y destruirá el flujo de información que es la esencia de las economías de mercado.

La cooperación productiva del mercado depende de la libertad; y la libertad depende de la cooperación productiva del mercado.

La libertad requiere de mercados

La conexión entre libertad y mercados también funciona en la otra dirección. Así como el mercado depende de la libertad, así también la libertad depende del mercado. Ciertamente la propiedad privada, fundamental para todas las economías de mercado, protege la libertad individual. Si el estado posee todos los auditóriums y las prensas escritas, ¿qué tanta libertad tendría usted para hablar en contra de una política del gobierno? Si el estado posee todos los medios de producción, ¿qué tanta libertad tiene para iniciar su propio negocio? Empiece a eliminar la propiedad privada, y minar el mercado que depende de ella, y comenzará a eliminar la libertad.

Pero el mercado también protege la libertad, al establecer el único medio ambiente en que ella puede ser tolerada. La libertad sin responsabilidad es una mera licencia, indulgencia y privilegio y no será tolerada por mucho tiempo. La libertad real, y la única que puede sobrevivir, es ejercida en forma responsable a los intereses de todos. La única libertad que satisface este requerimiento es aquella que está sujeta a la disciplina del mercado. Elimine los mercados y eliminará la responsabilidad necesaria para que la libertad sobreviva.

Por ejemplo, los problemas de contaminación son el resultado directo de no tener mercados en el uso del ambiente como basurero. Si dichos mercados existieran, los contaminadores deberían pagar precios que reflejaran el costo que sus emisiones gravan a otros. Los contaminadores serían responsables a otros, y nosotros podríamos tolerar la libertad de tirar desechos en el ambiente. Pero debido a que no tenemos un mercado de contaminación, aceptamos las restricciones del gobierno en las actividades de contaminación, las que serían inaceptables en la mayoría de las áreas de nuestras vidas.

Nuestras libertades son vulnerables

Las libertades rara vez son quitadas de un solo. Generalmente se pierden poco a poco, sin que se den cuenta las personas. Aún cuando la libertad es quitada o reducida directamente, como cuando el gobierno impone las licencias ocupacionales en nombre de la protección al consumidor, poca gente lo nota, y aun si lo hacen, no ven en qué les

afectan las restricciones. Pero como señalara el gran economista austríaco, F.A. Hayek: "Los beneficios que recibo de la libertad son... en gran manera el resultado del uso de la libertad por parte de otros."2 Por ejemplo, quienes más sufren cuando la gente pierde su libertad para ser barbero sin tener que pasar exámenes estatales acerca de la composición química del pelo, no son los potenciales barberos sino quienes necesitan un corte de pelo.

Thomas Jefferson estaba en lo correcto cuando dijo, "el precio de la libertad es una eterna vigilancia"

También, hay una dinámica traicionera en la pérdida de la libertad. Las restricciones directas siempre reducen la libertad más de lo que aparenta porque cada restricción mina imperceptiblemente la responsabilidad del mercado que hace posible la libertad.

Thomas Jefferson estaba en lo correcto cuando dijo, "El precio de la libertad es una eterna vigilancia". La gente estará más dispuesta a ejercitar vigilancia en protección de su libertad cuando entiendan la inextricable conexión entre ésta y el mercado.